martes, 21 de octubre de 2008

Síntesis de la típica respuesta los sectores medios urbanos de alto NES, y bajo pago de impuesto a las ganancias, ante los resultados...

...no deseados de sus proyectos políticos.

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Autocríticas Liberales, en el tema la Argentina también lo hizo primero.

¿Quién deposita un Dólar o un Euro, retirara un Dólar o un Euro?


Aun en el Paraíso de la Libre Iniciativa Privada el Estado siempre es la Última Instancia.


En estos días apasionantes llenos de turbulencia y adrenalina, cuando los argentinos vemos el espectáculo del colapso de la Civilización NeoCon y NeoLib desde la Tribuna, es bueno recordar a los Pioneros.


No solo los Nac&Pop, conducta natural, sino también a aquellos que asumen la lucidez de los errores ideológicos, a pesar de los costos personales y políticos.


Carlos Escudé es uno de los pocos argentinos que llevan con dignidad el galardón de Intelectual Comprometido con su Tiempo, a pesar de asumirse como de Derechas puede darles clases a muchos Progresistas e Izquierdistas.


Antiperonista y yancofilo asumido, publico Gran Bretaña, Estados Unidos y la Declinación Argentina, 1942-49; donde “descubrió”, entre los documentos del Departamento de Estado, que la “versión” peronista se ajustaba más a la realidad que la antiperonista.


Aun si hubiera ganado la Unión Democrática nuestra patria seria considerada un “enemigo”, para el Ordenamiento post Yalta.


Su enfoque del “Realismo Periférico” sigue siendo una herramienta imprescindible para comprender las relaciones internacionales, el error estuvo en el enfoque tan USA céntrico.


Si se hubieran estudiado los Neutrales europeos del 39 al 45; Suecia, Suiza y España; se vería que el margen a maniobra es mucho más amplio de lo que se cree.


Solo los remito a las alabanzas de Fidel Castro para Franco, anotadas por Ramonet, hacer clic.


Volviendo a la actualidad; cuando nuestros Gurues se ven obligados a ser “realistas", gracias a los ejemplos de un Bush estatista, o una Angela Merkel proteccionista con SUS empresas.


Cancherean omitiendo un análisis de sus conductas pasadas, para evitar la dolorosa autocrítica de los fundamentos e instrumentación.


Tarea que YA están llevando a cabo los responsables del Primer Mundo, los Países Serios que tanto quieren imitar.


Escudé lo hizo en un articulo en La Nación hace casi un año, Tiempo de Autocrítica; hacer clic.


Algunos párrafos:


El 12 de febrero de 2002, sumido en la confusión provocada por el torbellino social y político que derrocó a dos presidentes constitucionales, publiqué una nota en el diario BAE que titulé:


Hacia la dictadura de Juan Manuel de Duhalde.


El artículo abundaba en analogías fáciles pero falaces, como “la Mazorca de La Matanza”, en referencia a los piqueteros.


Un lustro más tarde y mucho estudio y reflexión de por medio, he llegado a la dolorosa conclusión de que la mía fue una canallada.


Quizás el yerro moral estuviera atenuado por el desconcierto frente al pavoroso colapso del país que habíamos intentado construir durante la década anterior, un fracaso incomprensible para quienes, como yo, apoyamos el proyecto sin ser economistas.


Pero fue una injusticia patética.


Eduardo Duhalde salvó a la Argentina de la violenta anarquía que se cernía sobre ella.


Luego, rápidamente, pasó la posta, con lo que renunció al poder quizá para siempre.


Al revés que Perón desde su exilio, optó por el bien de su patria.


Y los “gorilas” no lo supimos ver…


……………………..


El rédito espiritual de un descubrimiento de orden moral es muy superior a este tipo de sanción social, especialmente si consideramos el sorprendente hecho de que el de Duhalde no es un caso único.


Por cierto, nuestro país acaba de atravesar unos comicios en los que el más exitoso mandatario de las últimas décadas ha renunciado voluntariamente a una segura reelección.


Dejó los frutos de su éxito en manos de su mujer.


La hipótesis cínica y destructiva, que está generalizada, sostiene que éste es un método à-la-Kirchner para perpetuarse en el poder.


Pero esta opinión se da de bruces con el hecho de que las probabilidades de que éste sea elegido presidente en 2011 son, en realidad, muy escasas.


Están condicionadas no sólo a que doña Cristina encabece una excelente administración, sino también a que pueda capear los graves temporales que se avecinan, sin grandes costos políticos.


………………………


Pero las clases instruidas del país no toleran la insoportable idea de que sus móviles fueran en parte patrióticos.


Resuenan las palabras de Isaías:


“Por más que oigan, no comprenderán; por más que vean, no conocerán”.


En cambio, las clases populares sí vieron y comprendieron que el país ha mejorado mucho en los últimos cuatro años.


Basta con salir a la calle para comprobarlo.


Esa es la razón del voto premio.


El país es más rico.


Tiene menos pobres.


Y es más gobernable.


Ya se encuentra muy lejos de la anarquía que asomaba en 2002.


Por cierto, ya todos reconocen que durante la gestión de Kirchner creció la economía y disminuyeron la pobreza y el desempleo.


Y aunque la oposición ha repetido hasta el hartazgo, con razón, que el crecimiento no es mérito del Gobierno, lo que raramente se recuerda es que la disminución de la pobreza sí lo es.


La Argentina es un país que venía padeciendo políticas de concentración del ingreso desde la megadevaluación decretada en tiempos de María Estela Martínez de Perón.


El régimen militar y luego los gobiernos de Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde estatizaron o licuaron gigantescas deudas privadas.


Así concentraron riqueza y engendraron pobreza.


Y el gobierno de Carlos Menem acudió a un método alternativo de concentrar riqueza: privatizó activos públicos que vendió a precios fuertemente subsidiados.


Debido a la disparada del desempleo, en los años 90 las consecuencias sociales visibles fueron aún más dramáticas que en las décadas anteriores.


En suma –y ésta es la gran autocrítica que falta–, desde 1975 hasta 2003 todos los gobiernos argentinos hicieron más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.


……………………………………


En la Argentina y en toda América latina, la gente pensante se rasga las vestiduras frente a la demagogia, afirmando que populismo y progreso son incompatibles.


Y es verdad.


Lo que estas exhortaciones al buen gobierno no tienen en cuenta, sin embargo, es que a partir de cierto umbral de pobreza y analfabetismo funcional el populismo de un Duhalde o un Kirchner es casi inevitable, por lo menos en democracia.


La gente que está por debajo de la línea de pobreza preferirá dádivas presentes antes que promesas para el futuro.


El político que ofrezca beneficios inmediatos obtendrá más votos que el que los escatime.


¿No quieres ser populista?


Pues no serás gobernante.


Un electorado educado y relativamente rico castigaría el populismo grosero.


Pero un electorado paupérrimo lo premiará.


………………………..


¿Exceso populista, falta de coraje y ausencia de patriotismo?


Quizás.


Pero también se puede interpretar que la preservación del orden es el interés nacional por excelencia y que consolidar la gobernabilidad es un imperativo categórico aunque venga a costa de una crisis energética.


En ese caso, se apuesta a que una vez estabilizado el orden habrá tiempo para poner las tarifas en su lugar, superando la crisis del sector.


Otra sería la historia si nuestro pueblo fuera un poco menos pobre y lo suficientemente educado como para comprender las opciones abiertas al Gobierno.


Pero con nuestros niveles de educación y miseria, habrá populismo.


¿Y cómo llegamos a estas circunstancias?


¡Merced a los mencionados ciclos de concentración del ingreso, producidos por todos los gobiernos desde 1975 hasta 2003!


En otras palabras, más allá de las banderías, el populismo es el producto de las culpas acumuladas por casi todas las dirigencias argentinas.


Es el infierno que nos supimos conseguir.


Pero la ausencia de una autocrítica colectiva nos impide comprender su origen.


Y esta limitación cognitiva nos hace caer en el facilismo de creer que basta con buena voluntad para superarlo.



Estimados Críticos, Amigos y Compañeros; preparen sus ojos y oídos para ver repetido hasta el infinito este tipo de Autocrítica en el Primer Mundo.


La Opción Populista será justificada en los Países Serios con lo siguiente: la preservación del orden es el interés nacional por excelencia y que consolidar la gobernabilidad es un imperativo categórico.


Locke, Montesquieu, Burke, Jefferson, Smith, Ricardo; et al serán abandonados para seguir Hobbes, sin Leviatán el caos nos espera, y el Mercado con su mano invisible será reemplazado por el Estado Natural; donde el mas brutal es por definición el mas apto.


Tiempos como los actuales tienen la tendencia a desatar estas pasiones, solo hay que recordar los efectos políticos de la crisis del 29.