Siguiendo las sanas directivas de resistencia del maestro Hard y rechazando las del Burócrata Artemio; Copio y pego parte del articulo Urgente 24.
Es el primero que trata en profundidad la problemática normalización del PJ.
Si quieren ver a los chicos malos enfrentando a los buenos no se pierdan sus peripecias.
Esto recién comienza.
Entonces la única figura de peso, indiscutible, que queda dentro del PJ es Néstor Carlos Kirchner.
Y el presidente se encuentra en una encrucijada.
El triunfo de su esposa se lo debe sin lugar a dudas a la eficacia de los aparatos de los gobernadores del interior y los intendentes del Conurbano.
Los resultados de la provincia de Buenos Aires, de los distritos el norte y de la Patagonia no dejan lugar a segundas interpretaciones.
Existe una camada de gobernadores peronistas “nuevos”, entre los que se encuentran, Jorge Capitanich en Chaco, Juan Manuel Urtubey en Salta, Sergio Urribarri en Entre Ríos, Juan Schiaretti en Córdoba, Celso Jaque en Mendoza, Walter Barrionuevo en Jujuy, Luis Beder Herrera en la Rioja, y Oscar Jorge en La Pampa que han llegado al poder este año.
Algunos de ellos fueron patrocinados directamente desde la Casa Rosada, como Urtubey, otros consiguieron apoyos algo más tibios como Capitanich o Jaque, pero todos reconocen en Néstor Kirchner su jefe político.
Luego están el otro grupo de gobernadores que ya han demostrado ser aliados incondicionales del presidente, entre ellos Gildo Insfrán en Formosa, José Alperovich en Tucumán, José Luis Gioja en San Juan y Mario Das Neves en Chubut. (Daniel Peralta no puede ser considerado un “gobernador”, los Kirchner no lo conciben como tal y nunca le darán el trato que le dan los otros).
Es claro que ninguno de estos 12 gobernadores intentará conformar una línea interna opositora a Néstor Kirchner para disputarle la conducción del Partido Justicialista.
Esto no ocurrirá al menos en el mediano plazo.
Pero muchos de ellos provienen de un peronismo mucho más ortodoxo que el del presidente, y valoran todavía la liturgia y las formas partidarias.
A estos les molesta profundamente el invento de la “Concertación Plural”, por eso festejaron tanto la derrota que le propinó Celso Jaque al candidato de Julio Cobos, Cesar Biffi en Mendoza.
Es claro que el Gobierno fracasó rotundamente en sus dos intentos de ampliar su base política y seducir a las clases medias urbanas.
Primero fue la “transversalidad” que intentó incorporar a figuras y dirigentes identificadas con la centro izquierda para sacar chapa de “progresista”.
Este armado no prosperó y se fue diluyendo con el correr de los meses.
Luego llegó la “concertación plural” que fue el maquillaje electoral para la compra de dirigentes radicales.
Pero la clase media de los grandes centros urbanos también le dio la espalda a esta nueva propuesta, Cristina Fernández perdió en todas las grandes ciudades.
Pero el 44,9% a nivel nacional del domingo demostró que no les hace falta la clase media.
Ha ganado con los votos de los “muchachos peronistas”, con los punteros y con la “estructura”.
Entonces, la pregunta ineludible: ¿No sería conveniente para Néstor y Cristina Kirchner volver su atención sobre el peronismo, abocarse a la tarea de “normalizarlo”, ya exento de los peligros que hace poco representaban otros caudillos, y de esa forma contentar a la liga de gobernadores e intendentes peronistas?
Si hicieran esto se estarían garantizando la lealtad de una estructura monumental, que ha demostrado que puede ganar elecciones sin ninguna dificultad, siempre y cuando exista un mínimo consenso social.
Es posible que Kichner comprenda esto, pero la gran incógnita es cómo lo tomará Cristina Fernández, tan apegada a su discurso “concertador” y “superador”.
Es sabido que a la presidenta electa le desagrada toda la simbología peronista, incluso desde 2005 se preocupó de que en sus actos de campaña desaparecieran las imágenes de Perón, los escudos, las banderas y los bombos.
Ella sin dudas se sentiría más cómoda dirigiendo gobernando con un partido del estilo del socialismo francés, o de la concertación chilena, y si pudiera haría desaparecer al PJ.
Pero ¿le conviene?
Primero deberá deponer su propio ego y admitir que par una amplia mayoría de los hombres y mujeres de clase media, con altos niveles de educación, la rechazan.
Si puede aceptar eso y admitir que su base de sustentación es el interior, los pequeños pueblos, y el “aparato”; si acepta peronizarse, pondría tener en sus manos el seguro electoral para las legislativas de 2009.
Y quien sabe si más allá.
Si deciden avanzar en esta dirección el primer paso, ineludible, será la “normalización” del partido Justicialista.
Allí a Kirchner le espera una ardua tarea.
El Consejo Ejecutivo del PJ, es decir su poder Ejecutivo se encuentra intervenido hace más de 3 años por la jueza María Romilda Servini de Cubría.
Ramón Ruiz, el interventor designado, responde 100% a la magistrada.
El Congreso Nacional del Partido Justicialista, que sería el equivalente al poder Legislativo no está intervenido, y allí aparecería uno de los principales problemas de Kirchner.:
Sus congresales son elegidos por cada uno de los PJ distritales.
Este es el único organismo del partido que conserva una vida orgánica, aunque en la práctica no funciona.
Pero fue con esos congresales del Congreso Nacional que los Rodríguez Saa organizaron el Congreso de Potrero de los Funes, que terminó decidiendo la postulación de Alberto Rodríguez Saa como candidato a presidente del PJ.
Esto fue impugnado como ilegítimo por Servini, decisión que fue revocada por la Cámara Nacional Electoral, que le pasó el tema al juez Ariel Lijo, que volvió a impugnarlo.
Es decir que este organismo todavía podría traerle problemas a Kirchner.
En cambio, según la Carta Orgánica 24º), establece que los miembros del Consejo Nacional Justicialista “serán elegidos por el voto directo y secreto de los afiliados y tomando la República como distrito único”.
Pero para que este proceso tenga alguna legitimidad primero se deberá encarar una profunda depuración de los padrones y este es un trabajo que tampoco será sencillo.