sábado, 31 de julio de 2010

Gaetano Mosca, Lasalle+Curzio Malaparte, y el Gran Miedo (II).

“Mosca distingue entre revoluciones de palacio de la ciudad-estado y las revoluciones en los Estados Modernos, caracterizados por grandes burocracias y ejércitos permanentes.

Le parece que estos dos elementos condenan de ordinario toda conspiración al fracaso, si bien es verdad que la excesiva concentración burocrática puede facilitar la sustitución, radical, e incluso sin choques, del gobierno.

Sobre la revoluciones contemporáneas, manifiesta su creencia en la función preparatoria de las sociedades secretas y el papel de los “desplazados” (el que suscribe), que imagina siempre preparados a lanzarse a la revolución.

Pero, naturalmente, es fundamental para el éxito el concurso de las Masas, que se mueven solo en circunstancias especiales, como las crisis económicas.

A continuación, Mosca observa que la revolución en los Estados Modernos únicamente vence si consigue apoderarse de las dos “instituciones” claves: ejército y burocracia”.

La Clase Política en Gaetano Mosca

Francesco Leone.

http://www.cepc.es/rap/Publicaciones/Revistas/3/REPNE_071_223.pdf


Otro de los aspectos sobre los que este teórico llama la atención es la cerrazón de la “clase política”, que produce una distancia tal entre masas y minorías, que las primeras se sienten totalmente aisladas del estrato superior.

Las leyes pueden cumplir un papel importante al excluir a los individuos de la masa de ingresar en la minoría, produciéndose lo que en física se denomina “inercia”.

Mosca, a diferencia de lo que sostiene Pareto, hace hincapié en lo que hoy llamaríamos técnicas de consenso; vale decir, cuando las masas ejercen cierta presión sobre la “clase política”, aludiendo a una relación de poder en donde las masas participan en cierta medida, por mínima que sea, en las decisiones.
La cerrazón de la “clase política” hace que ésta se encuentre con mayores probabilidades de caer en errores, al no permitir el ingreso de individuos vigorosos de las masas e imposibilitando el mantenimiento de las cualidades que le permitieron llegar al poder.

Los nuevos individuos son necesarios porque la fuerza de la costumbre naturaliza las posiciones de los hombres y diluye las virtudes de la "clase política".

Además, junto a estas tendencias a la inercia, actúan siempre fuerzas renovadoras de los ordenamientos sociales, haciendo que si una minoría no posee los atributos que la llevaron a gobernar o esos atributos ya no son valorados en la sociedad, sean reemplazadas por una nueva minoría.

Los cambios socio-culturales favorecen está circulación de las minorías.
La "clase política" ideal a que alude Mosca, no debe impedir el ingreso de individuos vigorosos de las masas en sus filas.

Esta penetración debe hacerse, para ser útil a la sociedad, en una proporción tal que los recién llegados asimilen rápidamente las mejores cualidades de los antiguos miembros de la minoría.

Si el número es excesivo la "clase política" no se renueva, "se vuelve plebe". (Mosca, 2002)23

Mosca sostiene que si todas las minorías hubieran "permanecido inmutablemente cerradas y estacionarias el mundo no habría cambiado jamás”. (Meisel, 1975)24.

Esta circulación asegura la continuidad de la cooperación dentro de la "clase política".
En esta coyuntura, la democracia se vuelve una fuerza conservadora, que impide bruscos cambios sociales gracias a la renovación gradual de la minoría.

Mosca descree de la democracia, ya que en todo movimiento democrático triunfante siempre surge una minoría que toma efectivamente el poder.

A pesar de considerarlo un sistema imperfecto, lo visualiza como la mejor opción posible.

La crítica a la democracia se hace más evidente cuando analiza a los "representantes", quienes actúan sólo en nombre de su propio interés y se hacen elegir por la masa.

Las elecciones no dan al pueblo una verdadera opción, “y los únicos que tienen alguna posibilidad de éxito son aquellos cuyos candidatos son promovidos por grupos, comités, por minorías organizadas”.(Zeitlin, 1993)25

Este autor va más allá, cuando afirma que los "representantes" son una creación de la misma "clase política".

Nuevamente el peso de la minoría organizada se impone a la mayoría desorganizada, pero la masa puede llevar adelante un pequeñísimo control sobre la "clase política" porque los representantes deberán prestar atención , al menos en apariencia, a sus "representados" para ganarse el voto.
A pesar de lo expuesto, no puede atribuirse a la minoría todo el mérito por la prosperidad o disolución de una sociedad; hay que investigar al cuerpo social en su conjunto.

Los estratos intermedios, juegan un rol central en la eficacia de los organismos políticos, aportando sus capacidades directrices que hacen aceptables para el público las normas dictadas por la "clase política".

Esta importancia es más notoria en las últimas obras de Mosca; quien sueña con una clase de intelectuales comprometidos con la sociedad.

Estas clases mantienen con las masas una relación más cercana que con el estrato más elevado de la sociedad.
En su último análisis Mosca hace derivar la estabilidad de cualquier organismo político del nivel de moralidad, inteligencia y actividad de este estrato intermedio; pero remarca que si el mismo se disgrega, puede ser reemplazado por un nuevo estrato intermedio, dando muestras de la importancia de la presencia de este estamento”.

¿Élite o clase política?
Algunas precisiones terminológicas
Luis E. Blacha*
Facutad Latinoamericana de Ciencias Sociales y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina.

http://revista-theomai.unq.edu.ar/NUMERO12/artblacha12.htm


l.- Poder organizado e inorgánico

El instrumento de poder político del rey, el Ejército, está organizado, puede reunirse a cualquier hora del día o de la noche, funciona con una magnífica disciplina y se puede utilizar en el momento en que se desee; en cambio, el poder que descansa en la nación, señores, aunque sea, como lo es en realidad, infinitamente mayor, no está organizado: la voluntad de la nación, y sobre todo su grado de acometividad o de abatimiento, no siempre son fáciles de pulsar para quienes la forman: ante la inminencia de una acción, ninguno de los combatientes sabe cuántos se sumarán a él para darla.

Además, la nación carece de esos instrumentos del poder organizado, de esos fundamentos tan importantes de una Constitución, a que más arriba nos referíamos: los cañones.

Cierto es que los cañones se compran con dinero del pueblo: cierto también que se construyen y perfeccionan gracias a las ciencias que se desarrollan en el seno de la sociedad civil, gracias a la física, a la técnica, etc.

Ya el solo hecho de su existencia prueba, pues, cuán grande es el poder de la sociedad civil, hasta dónde han llegado los progresos de las ciencias, de las artes técnicas, los métodos de fabricación y el trabajo humano.

Pero aquí viene a cuento aquel verso de Virgilio: Sic vos non vobis! ¡Tú, pueblo, los haces y los pagas, pero no para ti!

Como los cañones se fabrican siempre para el poder organizado y sólo para él, la nación sabe que esos artefactos, vivos testigos de todo lo que ella puede, se enfilarán sobre ella, indefectiblemente, en cuanto se quiera rebelar.

Estas razones son las que explican que un poder mucho menos fuerte, pero organizado, se sostenga a veces, muchas veces, años y años, sofocando el poder, mucho más fuerte, pero desorganizado, de la nación; hasta que ésta un día, a fuerza de ver cómo los asuntos nacionales se rigen y administran tercamente contra la voluntad y los intereses del país, se decide a alzar frente al poder organizado su supremacía desorganizada.

Hemos visto, señores, qué relación guardan entre sí las dos Constituciones de un país, esa Constitución real y efectiva, formada por la suma de factores reales y efectivos que rigen en la sociedad, y esa otra Constitución escrita, a la que, para distinguirla de la primera, daremos el nombre de la hoja de papel

¿Qué es una Constitución?

Ferdinand Lasalle.

http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/derecho/lassalle/1.html


El estratega de la revolución de Octubre fue Lenin, pero el táctico del golpe de Estado que llevó al poder al partido bolchevique fue Trotsky.

Lenin creía que se debía contar con el avance revolucionario de todo el pueblo, en cambio Trotski consideraba que todo el pueblo era demasiado para la insurrección, y el ejercito era secundario; lo que se necesita es una pequeña tropa, los “mil técnicos” según Curzio Malaparte, entrenada y encuadrada; para tener éxito.

Malaparte concluye que la táctica insurreccional no es cuestión de ideología, sino de procedimiento, por eso titula su obra “Técnica del Golpe de Estado”.

Pero es en el relato minucioso de la táctica empleada por Mussolini, donde disecciona los procesos insurrecciónales, gracias a un conocimiento íntimo del fascismo.

Su resumen; alcanza con que los conspiradores se infiltren en centros neurálgicos del país, en las tripas del Estado, para que este se tambalee.

Primero se cuestiona la legitimidad de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; luego se fomenta y airea el deterioro, real o aparente, de la seguridad y los servicios públicos, alimentando así el malestar social y la insurrección está servida.

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Con el aporte de Umberto Eco, ver su “Para una guerrilla semiológica”; las tesis de “Técnica del colpo di Stato” son refinadas por USAID, hacer clic aquí, y NED, hacer clic aquí.

Las Revoluciones de Colores no necesitan del aporte militar; porque se manejan con las ONG y/o Fundaciones; como CIPE, NDI, IRI, Westminster Foundation for Democracy, KAS, FES, FNSt, FAES, Jarl Hjalmarsonstiftelsen, etc.

Ahora bien, en la Argentina del 2001/09 se han dado las condiciones que indican los manuales; pero lo único que se logro fueron “Golpes de efecto”.

Duran Barbas, que junto a Agulla, son los Asesores más exitosos; tienen el monopolio de la iniciativa en el manejo de las percepciones públicas, pero estas no se transforman en políticas activas.

Algo impide que la Praxis se cumpla, que va más allá de la Voluntad de los actores; y no ha sido lo suficientemente explicado en la Argentina.

Aunque para Foreign Policy el tema es claro; la Argentina tiene una Institucionalidad tan robusta como Chile, Uruguay, Italia o USA.

¿Una paradoja?, porque nadie puede negar que se “cuestiona la legitimidad de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial”.

Que los desde los Medios y el Establishment “se fomenta y airea el deterioro, real o aparente, de la seguridad y los servicios públicos, alimentando así el malestar social”

Aunque se pierda en la calle, en el Congreso, y en las elecciones; las corridas bancarias y cambiarias fracasan, no hay represión que realimente “el malestar social”.

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Una hipótesis, sobre el fracaso reiterado de la ultima década; es que no tienen “los mil técnicos” de Trotsky, que se infiltren, haciéndose cargo del Estado.

Pero tampoco tienen la herramienta del 18 de Brumario, el Partido Militar.

Una simple y elemental cuestión de Masa Critica.

Golpe; Curzio Malaparte, Umberto Eco y Duran Barbas.

Deshonestidad Intelectual.

http://deshonestidadintelectual.blogspot.com/2009/11/golpe-curzio-malaparte-umberto-eco-y.html


Resumen, la discusión del próximo quinquenio, no es sobre la Republica, la Democracia, Izquierdas y Derechas, etc.

Sino algo más sencillo, como lo planteaba Imaz y Humpty Dumpty.

La cuestión es saber quién es el que manda..., eso es todo.

Y eso implica el remplazo de las Elites, Establishment y Clase Política; lo que provoca el Gran Miedo, al desplazamiento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y eso implica el remplazo de las Elites, Establishment y Clase Política; lo que provoca el Gran Miedo, al desplazamiento.

le faltaron los zorros Manolo :-P

ayj