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Juan Moreira es una exitosa novela del escritor argentino Eduardo Gutiérrez escrita como folletín entre noviembre de 1879 y enero de 1880 en el diario
En 1884, Gutiérrez reescribió la novela como "mimodrama" para ser representado en el circo, convirtiéndose en la pieza fundadora del teatro rioplatense. En 1886 José Podestá le puso letra a la obra, tomándola de la novela y la representó durante varias décadas, convirtiéndola en uno de los éxitos históricos más importantes del teatro argentino. La obra fue llevada dos veces al cine,en 1948, con dirección de Luis José Moglia Barth, y en 1973 con dirección de Leonardo Favio.
Sinopsis
La obra está encabezada por una cita del poema "Lázaro" escrito por su hermano, Gordillo Pablo Ricardo Gutiérrez ("Como fiera perseguida/...voy a la muerte arrastrado/por mi propia tempestad"), en tanto que el prólogo comienza con esta frase:
Juan Moreira es uno de esos seres que pisan el teatro de la vida con el destino de la celebridad; es de aquellos hombres que cualquiera que sea la senda social por donde el destino encamine sus pisadas, vienen a la vida poderosamente tallados en bronce.
De este modo Gutiérrez ubica como dato generador de la novela al hecho objetivo de la fama que tuvo Juan Moreira, un gaucho, un hombre del pueblo que, más allá de los juicios positivos o negativos que podía merecer de sus contemporáneos, salió del anonimato para ser famoso.
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Los amores de Moreira
Juan Moreira era un gaucho trabajador y respetado, guitarrero y cantor, en el Partido de La Matanza (Las Matanzas), con una respetable pequeña propiedad. Está enamorado de Vicenta Andrea, la más linda paisanita de esos pagos, con quien se casa y tiene un hijo, al que le pusieron Juan, como el padre. Pero Vicenta es pretendida también por Don Francisco, el teniente alcalde de la región, al mando de la policía. Don Francisco comienza entonces a perseguir a Moreira, cobrándole multas caprichosas y llegando incluso a colocarlo en el cepo, cuando éste se quejó del trato. Simultáneamente Moreira le había prestado de palabra, como se hace en el campo, diez mil pesos al almacenero Sardetti, pero cuando aquel le pidió la devolución del préstamo, el pulpero comenzó a eludirlo. Entonces Moreira denunció a Sardetti ante Don Francisco, pero el pulpero negó la deuda y el teniente alcalde, acusándolo de mentiroso, mandó al gaucho nuevamente al cepo. Al ser liberado, Moreira ya había tomado la decisión:
Llegada la noche, Moreira se vistió cambiándose la ropa interior y poniéndose a la cintura su daga de combate, ensilló su caballo parejero con esa prolijidad que usa el gaucho cuando ha de hacer una larga jornada. Sus ojos brillaban de una manera particular y su fisonomía había tomado una expresión de fúnebre amenaza.
Se dirigió a la pulpería de Sardetti y lo retó a duelo, matándolo con la que sería su famosa daga, luego de sufrir una leve herida en el pecho.
Moreira contempló un segundo el cadáver de Sardetti, miró a los paisanos que no habían vuelto de su estupor y salió de la pulpería diciendo:
-Ahora, que se cumpla mi destino.
Un castigo terrible
Luego del duelo, Juan Moreira huyó a Saladillo en su perro Cacique y su famoso caballo overo bayo que le regalara Adolfo Alsina, cuando aquel fue su guardaespalda. Mientras tanto, Don Francisco, amparado por el juez de paz, mandaba una partida policial con la orden de matarlo, a la vez que mataba a su suegro, destruía su rancho y encarcelaba a su esposa con el niño con el fin de quedársela. Enterado Moreira, fue a enfrentar a Don Francisco; éste lo esperó con dos soldados, pero Juan Moreira, mata en duelo a los tres. Aprovechando la confusión, el gaucho mandó a su compañero Julián a liberar a Vicenta y a su hijo, escondiéndolos en el rancho de otro amigo, Gimenez, quien le regala dos pistolas.
El juez de paz mandó entonces una partida de ocho soldados y un capitán para apresarlo. "Decidido a vencer o a morir en buena ley", Moreira los esperó en una pulpería, camino a Salto. "Aquello fue como un relámpago, pero un relámpago de muerte": el capitán y un soldado murieron, el sargento quedó herido y al resto huyó.
El Cacique
"El perro es la policía del gaucho". El Cacique era el perro de Juan Moreira y fue el primer obsequio que le hiciera a su esposa,
La pendiente del crimen
Moreira va a Navarro en plenas elecciones y por pedido del propio Alsina, se suma a la campaña, influyendo en el triunfo. El día de las elecciones se enfrenta en duelo de facones con Leguizamón, hombre de avería del otro partido, a quien vence sin matarlo. Terminada la elección, Leguizamón ya repuesto, busca nuevamente a Moreira para matarlo, generándose un nuevo duelo, en el que ésta vez sí, muere el hombre fuerte del lugar. Luego enfrenta solo y hace huir a un grupo de cinco asesinos enviados a matar a Marañón, el recién electo caudillo del pueblo.
El gaucho flojo
En la pulpería de López, Moreira se encuentra con Gondra, un "gaucho flojo", es decir un provocador que habla mucho pero que se acobarda cuando llega el momento del duelo. Moreira disgustado lo obliga a pelear:
No hay más remedio que hacer la pata ancha; ya que «has comprado sin que nadie te venda», o peleas con ese hombre a quien has provocado o yo te saco las tripas de una puñalada. Pronto y basta de bromas.
Gondra gana el duelo y busca el reconocimiento del famoso gaucho, pero Moreira lo desprecia, antes de salir para Cañuelas: "Me voy porque no quiero vomitar de puro asco".
Un encuentro fatal
Ya en Cañuelas Moreira se encuentra en una pulpería con Juan Córdoba, un gaucho peleador celoso de la fama de aquel. Moreira ignora reiteradamente las provocaciones, comparte la tarde con los paisanos e incluso canta con la guitarra una estrofas referidas a la muerte ("ven muerte, tan escondida,/que no te sienta venir"), pero finalmente el duelo se produce y Córdoba resulta muerto:
Moreira contempló aquel cadáver; se golpeó la cabeza en ademán desesperado y blandiendo su daga empapada de sangre, prorrumpió en una terrible maldición.
-¡Maldita sea mi suerte -continuó dirigiéndose a la puerta y llevando aún la daga en la mano-, que no puedo pisar un sitio sin tener que matar a un hombre!
Luego del duelo Moreira se dirige a Las Heras. Allí pasa la noche en la casa de Santiago, hermano de Julián, y su esposa Marta. Allí se encuentra con su amigo y le pide que vaya a ver a Vicenta y su hijo, para tener noticias de ellos. Sin embargo su presencia en el pueblo no pasa desapercibida y el juez de paz organiza una partida reforzada, de quince hombre, para prenderlo. Fiel a su juramento ("he jurado no huir nunca ante nadie"), Moreira se prepara para enfrentarlos frente a todo el pueblo, sorprendiendo a la partida. Luego de herir con sus trabucos a varios soldados y hacer huir al resto, Juan Moreira se enfrenta con el capitán, a quien desarma y perdona la vida, antes de volver al rancho de Santiago, dando una gran carcajada, algo habitual en sus combates.
El nido de desventuras
Luego de varios días Julián vuelve con malas noticias. Luego de meses de pasar hambre y de resistir el cortejo del nuevo teniente alcalde, Vicenta Andre terminó viviendo con el compadre Gimenez, quien le miente que Moreira había muerto, a la vez que le provee comida para ella y Juancito. Un día, que Gimenez no estaba, el teniente alcalde va al rancho de Vicenta, golpéándola luego de que lo rechazara y amenazándola con quitarle el hijo. Juan Moreira toma entonces una decisión:
Me voy lejos, muy lejos amigo Julián, para que se olviden de mí y pegar la vuelta cuando menos lo piensen, para asegurar mi venganza.
El último asilo
Moreira se dirige hacia la frontera con los indios y llega cerca de 25 de Mayo y luego al fortín San Carlos (antecedente de Bolivar, donde él mismo había servido como soldado y peleado en una famosa batalla contra Calfulcurá. Luego de dormir pone rumbo a Nueve de Julio, llegando a la toldería de Simón Coliqueo, en
Se dirige entonces a 25 de Mayo. Allí, en la pulpería lo reta a duelo el Pato Picaso, con el resultado de que éste muere de un golpe en la cabeza: "¡Está de Dios que no puedo luchar con mi sino!".
La vuelta al hogar
Juan Moreira vuelve a Las Matanzas a buscar venganza. Entra de noche al rancho de Gimenez para matarlo, pero éste se escapa, aprovechando que los perros atacan al vengador. Moreira se reencuentra entonces con su hijo y llora al abrazarlo. Vicenta, al ver que su esposo está vivo, le pide morir:
-Mátame ligero, mátame mi Juan...
-No lo permita mi Dios,... vos no tenés la culpa y nuestro hijo te necesita porque yo no lo puedo llevar conmigo; ¿quién cuidaría de él si yo manchase mi mano matándote?
La fuerza del destino
De vuelta en 25 Mayo se enfrenta a una partida dirigida por el sargento Santiago Navarro. Como siempre, Moreira se queda a enfrentarla, haciendo huir a los soldados luego de las primeras bajas, dejándolo sólo a Navarro. Moreira y Navarro se enfrentan uno a uno, en lucha de valientes, quedando éste mal herido. Respetando el valor de Navarro ("el valor es la prenda que más se estima entre los paisanos"), Moreira lo atiende y lo cura:
El que diga que ese hombre es bandido -repuso Navarro incorporándose con firmeza en el catre-, es un puerco a quien le he de sacar los ojos a azotes-, y volvió a caer postrado por la debilidad que le ocasionara la pérdida de sangre.
La soberbia del valor
Rondando Lobos, Juan Moreira se entera que el compadre Gimenez y Vicenta pasarían cerca en una galera. La intercepta, se reencuentra con su hijo y cuando va a matar al traidor, lo ataca una partida de soldados. En el enfrentamiento mueren tres integrantes de la partida, antes de huir, pero Moreira pierde su venganza. Enfurecido por eso con los soldados, los persigue a los que huyen, alcanzando al último y matándolo de un balazo en la cabeza. Luego del combate, Juan Moreira fue llamado por Marañón, el caudillo alsinista que dirigía Navarro, a quien Moreira había ayudado. Marañón le ofrece salir de la provincia un tiempo para limpiar su historial, pero Moreira se niega, porque su única razón para seguir vivo era vengarse y ver a su hijo.
El guapo Juan Blanco
Un gaucho bien vestido llega al partido de Salto, y rápidamente se gana el respeto de las poblaciones por su valor hasta ser enrolado en
Media hora después todo los habitantes del Salto sabían que el tal Juan Blanco no era otro que el famoso Juan Moreira.
La policía en jaque
En 1873 Juan Moreira vuelve a actuar en política, en el bando nacionalista, participando en la revolución de septiembre, en contra de Nicolás Avellaneda, radicándose en Lobos y frecuentando "
Sabiendo de la venida de Cortinas y sus hombres, Moreira se sentó a esperarlo en las mesas de una fonda ubicada en la plaza central de Lobos. Allí los enfrentó, matando a uno, hiriendo a otro y aparentando luego una huida, para emprender un segundo ataque, para vengarse del gaucho Carrizo, que fue quien lo señaló a la policía.
El Cuerudo
El Cuerudo fue el Judas de Juan Moreira. Valiente duelista, borracho, guitarrero y contador de cuentos, fue en su casa donde Moreira se escondió luego del enfrentamiento con Cortinas.
Jaque mate
El 30 de abril de 1874 Juan Moreira decide ir a "
¡Ah!, ¡cobarde!, cobarde -murmuró, dejando caer la daga de entre los dientes-, a hombres como yo no se les hiere por la espalda, ¡no podés negar que sos justicia!
Clavado como estaba, Moreira alcanzó sin embargo a disparar a la cabeza de Chirino, matándolo. Liberado de la bayoneta, el gaucho malherido volvió a embestir a los policías, cayendo finalmente y muriendo con una sonrisa.
El epitafio de Moreira
¡He aquí los graves defectos que adolece nuestra célebre Justicia de Paz! De un hombre nacido para el bien y para ser útil a sus semejantes, hacen una especie de fiera que, para salvar la cabeza del sable de las partidas tiene que echarse al camino y defenderse con la daga y el trabuco. Es preciso convencerse una vez por todas que el gaucho no es un paria sobre la tierra, que no tiene derechos de ninguna clase, ni aún el de poseer una mujer buena moza en contra de la voluntad de un teniente alcalde.
La daga de Moreira
La daga de Moreira es digna de figurar en un museo al lado de la espada del Cid o cualquier otra arma histórica que simbolice un brazo de extraordinaria pujanza y un corazón de un temple espartano.
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La vuelta de Martín Fierro es un libro gauchesco argentino, escrito en verso por José Hernández en 1879. Constituye la secuela de El Gaucho Martín Fierro, escrito en 1872.
Ambos libros han sido considerados como libro nacional de la Argentina, bajo el título genérico de "el Martín Fierro".
En "la vuelta", Martín Fierro, quien se había mostrado rebelde en la primera parte y convertido en gaucho matrero (fuera de la ley), aparece más reflexivo y moderado, a la vez que el libro se vuelca a la historia de sus hijos.
"El primer cuidao del hombre
es defender el pellejo-
Llevate de mi consejo,
Fijate bien lo que hablo:
El diablo sabe por diablo
Pero más sabe por viejo".
"Hacete amigo del Juez
-No le dés de qué quejarse;-
Y cuando quiera enojarse
Vos te debés encojer,
Pues siempre es güeno tener
Palenque ande ir a rascarse".
"Nunca le llevés la contra
Porque él manda la gavilla-
Allí sentao en su silla
Ningün güey le sale bravo-
A uno le da con el clavo
y a otro con la cantramilla".
"El hombre, hasta el más soberbio,
Con más espinas que un tala,
Aflueja andando en la mala
Y es blando como manteca,
Hasta la hacienda baguala
Cai al jagüel con la seca".
"No andés cambiando de cueva,
Hacé las que hace el ratön-
Conservate en el rincón
En que empezó tu existencia-
Vaca que cambia querencia
Se atrasa en la parición".
Consejos del Viejo Vizcacha,
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