Como ha sido mi costumbre, hoy deseo hablar al pueblo
argentino sin eufemismos y sin reservas mentales.
La información, como mí sentido de la realidad, me dicen que
en el país está sucediendo algo anormal a lo que debe ser la marcha pacífica y
serena de la tranquilidad.
Parte de esta intranquilidad obedece a causas reales; parte
de ellas, se ocasionan en la provocación deliberada.
Existen, sin duda, factores negativos que provocan
consecuencias a cuyas causas hay que ponerle remedio; pero ocurren también hechos
que sólo obedecen a causas provocadas e invocadas al servicio de una campaña
sicológica, con fines inconfesables, desarrollada ante la indiferencia de unos
y la desaprensión de otros, pero que provocan un estado de cosas que si bien
tienen un objetivo bastardo, no por eso dejan de perjudicar la confianza
popular y la firme decisión que el país debe tener en la reconstrucción y
liberación en que estamos empeñados. Así podríamos estar acercándonos a una
lucha cruenta que algunos insensatos intentan provocar, en tanto el gobierno se
esfuerza por evitarla.
HORAS DECISIVAS
Personalmente, he presenciado de cerca esa lucha y conozco
sus efectos y sus consecuencias.
Todos hablan de que fuerzas foráneas e interiores trabajan
por crear trabas a la decisión tomada, pero pocos se ponen al servicio en
defensa de esa buena causa, y en ello 'no hablo de los opositores sino muy
especialmente de los propios partidarios, que poco hacen de efectivo para
asegurar la pacificación y realización de lo que debe ser el empeño de los
verdaderos argentinos, en las horas decisivas que nos tocan vivir.
Algunos, por mala intención, sirven a la perturbación;
otros, lo hacen como idiotas útiles, pero muchos son los que a sabiendas, o sin
darse cuenta, sirven a intereses que no son los del país.
Cuando el 21 de junio del año pasado dije que volvía para
servir lealmente a la Patria ,
tal como lo hiciera toda mí vida, sabía claramente que enfrentábamos un proceso
difícil y peligroso, pero también era consciente, entonces, como lo soy ahora,
de que no podía rehuir mi responsabilidad frente al pueblo, que es la única
fuerza en la que siempre he confiado para orientar y conducir los destinos del
país.
Yo nunca engañó a ese pueblo, por quien siento un entrañable
cariño.
Ese es el sentimiento y la relación que me han dado fuerzas
para seguir adelante, en medio de las diarias acechanzas y conjuras ridículas,
tanto de quienes sueñan con un pasado imposible como de los que desean apurar
las cosas.
Yo vine al país para unir y no para fomentar la desunión
entre los argentinos.
Yo vine al país para lanzar un proceso de liberación
nacional y no para consolidar la dependencia.
Yo vine al país para brindarle seguridad a nuestros
conciudadanos y lanzar una revolución en paz y armonía y no para permitir que
vivan temerosos quienes están empeñados en la gran tarea de edificar el destino
común.
Yo vine para ayudar a reconstruir al hombre argentino,
destruido por largos años de sometimiento político, económico y social.
Pero hay pequeñas sectas, perfectamente identificadas, con
las que hasta el momento fuimos tolerantes, que se empeñan en obstruir nuestro
proceso; son los que están saboteando nuestra independencia y nuestra
independiente política exterior; son quienes intentan socavar las bases de¡
acuerdo social, forjado para lanzar la Reconstrucción Nacional.
Son esos mismos que quieren que volvamos a apagar los
motores.
Son también los que, malintencionadamente, interpretaron mis
mensajes o simularon hacerlo para interferir luego la unidad para la
reconstrucción con una supuesta y complacencia para con los enemigos de este
proceso.
La unidad que propusimos tenía fines muy distintos a los que
suponen esas mezquindades.
Fue para concretar la liberación nacional y no para darles
coraje a los enemigos de nuestra patria.
Esa unidad era y es para que el pueblo pueda hacer su
voluntad sin obstáculos, y no para que permanentemente deban sortearse las
jugarretas de quienes procuran impedir la concreción de los deseos de las
grandes mayorías nacionales.
Por ello, creo que ha llegado la hora de reflexionar acerca
de lo que está pasando en el país y depurar de malezas este proceso porque, de
lo contrario, pueden esperarse horas muy aciagas para el porvenir de la República.
EL PACTO SOCIAL
Como ustedes saben, nosotros propiciamos que el acuerdo
entre trabajadores, los empresarios y el Estado, sirva de base para la política
económica y social de nuestro Gobierno.
Lo hicimos con la convicción de que es el mejor camino para
lograr, con el aporte de todos, sacar adelante el país.
Todos los que firmaron en dos oportunidades ese acuerdo,
sabían también que iban a ceder una parte de sus pretensiones, como
contribución al proceso de la liberación nacional.
Sin embargo, a pocos meses de asumir ese compromiso clave
para el país, pareciera que algunos firmantes de la Gran Paritaria
están empeñados en no cumplir con el acuerdo, y desean arrastrar al conjunto a
que haga lo mismo.
Yo califico a quienes están en esa posición, como minorías
irresponsables y los acuso de sabotear la Reconstrucción Nacional.
No escapa a mi Percepción la existencia de irregularidades,
a las que procuraremos ponerle remedio cuanto antes.
Frente a esos irresponsables, sean empresarios o
sindicalistas, creo que es mi deber pedirle al pueblo no sólo que los identifique
claramente, sino también que los castigue como merecen todos los enemigos de la
liberación nacional.
DENUNCIAS ANTE LA SECRETARIA DE GOBIERNO
Por nuestra parte, quiero que se tenga la más plena certeza
de que los funcionarios oficiales que hayan violado el acuerdo, tendrán su
sanción.
A este respecto, pido a todos los ciudadanos que denuncien
ante la Secretaria
de Gobierno de la Casa
Rosada , toda irregularidad que conozcan en los órganos
gubernamentales.
Tampoco es nuestro deseo que los vivos de siempre saquen
tajada del sacrificio de los demás.
Los que hayan violado las normas salariales y de precios,
como los que exijan más de lo que el proceso permite, tendrán que hacerse cargo
de sus actos.
A mi juicio, quienes inducen al desorden, están promoviendo
la contrarrevolución, y estoy convencido de que el pueblo habrá de combatirlos,
como siempre hace con sus enemigos.
Sé positivamente que existen algunos problemas reales.
¿Cómo evitarlos, cuando estamos cambiando drásticamente las
estructuras de la dependencia, montadas por los empleados de los poderes
coloniales?
Pero estoy convencido de que esos problemas tienen poco que
ver con los que inventan los saboteadores del proceso.
Los que hace muchos años que estamos en esta labor, sabemos
claramente que un 80 ó 90 por ciento de las cosas que se andan diciendo por
ahí, son inventadas por los profesionales de la acción sicológica.
Algunos diarios oligarcas están insistiendo, por ejemplo,
con el problema de la escasez y el mercado negro.
Siempre que la economía está creciendo y se mejoran los
ingresos del pueblo - como sucede desde que nos hicimos cargo de¡ poder- hay
escasez de productos y aparece el mercado negro.
Lo que subsistirá hasta que la producción se ponga a tono
con el aumento de la demanda.
ESPECULADORES
Por otra parte, el gobierno ha fijado los precios, pero
cuando se cobra más de los precios fijados, el que compra debe ser el encargado
de hacerlos cumplir, ya que el gobierno no puede estar cuidando el bolsillo de
los zonzos, que hacen el juego a los especuladores.
No hay que olvidar que los enemigos están preocupados por
nuestras conquistas, no por nuestros problemas.
Ellos se dan cuenta de que hemos nacionalizado los resortes
básicos de la economía y que seguiremos en esa tarea sin fobia, pero hasta no
dejar ningún engranaje decisivo en manos extranjeras.
En un año de gobierno, ellos advierten que el pueblo sabe,
sin acudir a las recetas de miseria y dependencia, que mejoramos el salario real
de los trabajadores, bajamos drásticamente la desocupación y aumentamos las
reservas del país.
EL UNICO SUCESOR DE PERON
Esas sectas minoritarias han llegado a la
histeria, y quieren que nos contagiemos para impedir que este proceso de cambio
siga avanzando.
Si esto sucede en lo económico, no deja de
complementarse en lo político-social; no sería mucho avanzar en la autocrítica
si dijéramos que, en muchas partes, los hombres de nuestro propio movimiento,
en la función gubernamental, tienen la grave falla de sus enfrentamientos,
ocasionados unas veces por bastardos intereses personales y otras por
sectarismos incomprensibles.
A todo ello se suma la fiebre
de la sucesión, de los que no comprenden que el único sucesor de Perón será el
pueblo argentino que, en último análisis, será quien deba decidir.
Se ha lanzado a la calle el asunto de la televisión, cuando
ya funcionaba una comisión de estudio en la que debía participar el Estado, sus
legisladores, los sindicatos de esta especialidad y otros órganos interesados
en la mejor solución.
Sus concesiones han vencido hace dos meses, como también ha
vencido el plazo acordado a esa Comisión.
Sin embargo, el Poder Ejecutivo, que es quien debe decidir,
ha mantenido una conducta prudente que, lejos de despertar intranquilidad, ha
servido para que los órganos publicitarios, al servicio de otros intereses, que
no son los de¡ país, lanzaran las más incomprensibles versiones.
Querían su ley, la tienen
Y está en plena organización normalizadora.
¿A qué seguir agitando un asunto terminado en lo sustancial?
¿Cómo se explica que ello suceda, solamente con fines extra
universitarios?
Esperamos los concursos para el profesorado.
Será preciso asegurar que el resultado de ellos sea
respetado y defendido por todos, como una garantía para que la Universidad , que
valdrá tanto como sea el valor de su profesorado, pueda organizarse.
EL MODELO NACIONAL
Yo, personalmente, he preparado un estudio sobre el Modelo
Nacional, de acuerdo con nuestra doctrina.
Ya se comienza a hablar de corporativismo, asunto en el que
ni siquiera hemos pensado, aunque creemos justo que la representatividad sea un
asunto fehaciente y real para todos los sectores de una comunidad organizada.
Podría seguir mencionando numerosas cuestiones que se agitan
arbitrariamente con fines de perturbación político-social, pero sé que el
pueblo argentino es lo suficientemente perspicaz como para saber desentrañar la
verdad.
Cuando acepté gobernar, lo hice pensando en que podría ser
útil al país, aunque ello me implicaba un gran sacrificio personal.
Pero si llego a percibir el menor indicio que haga inútil
ese sacrificio, no titubearé un instante en dejar este lugar a quienes lo
puedan llenar con mejores probabilidades.
Con esto hago un llamado a todos los que anhelan la paz y la
tranquilidad, como a los que comprometieron su responsabilidad al elegirme para
presidir el Gobierno.
Nadie podría entonces llamarse a engaño sobre lo que yo
quería, porque en numerosas oportunidades vine anunciando mis intenciones y
deseos en actos públicos en la patria, como en comunicaciones desde el exilio,
que también tuvieron estado público.
Si me eligieron, imagino que las apoyaban y coparticipaban,
como consecuencia, en la responsabilidad de realizarlo.
Sin el apoyo masivo de los que me eligieron y la
complacencia de los que no lo hicieron, pero luego evidenciaron una gran
comprensión y sentido de responsabilidad, no sólo no, deseo seguir gobernando,
sino que soy partidario que lo hagan los que puedan hacerlo mejor.
Una campaña sicológica de los elementos negativos de la
nacionalidad, aliados a la acción foránea empeñada en anular el despegue
argentino, no puede tener éxito si los bien intencionados no defeccionan y
apoyan efectiva y dinámicamente al gobierno en sus realizaciones.
APOYO
Este apoyo no debe ser pretoriano, sino inteligente y
franco, apoyando lo bueno y señalando lo malo, ante quienes lo puedan remediar,
pero no sumando la murmuración propia o la perturbación a los que la
desarrollan en grupos que bien sabemos en lo que están.
Ya pasaron los días de exclamar "la vida por
Perón", vivimos momentos en que es indispensable demostrar en hechos
sinceros y fehacientes, que estamos dispuestos a servir al objetivo común de
todos los argentinos, realizado en paz con un trabajo honrado y permanente, a
la vez que neutralizando la acción de los enemigos de la patria, de afuera o de
adentro, empeñados en impedir su reconstrucción y su liberación
SABOTAJE DE PIGMEOS
Duele en el alma y en el corazón argentinos, tener que
contemplar un sabotaje de pigmeos que no han llegado a comprender que los
innegables éxitos de nuestra política internacional, que nos está llenando de
ventajas y de prestigio en el mundo exterior, es parte de un patrimonio
nacional que sólo un traidor a la patria puede combatir, cualesquiera sean las
causas que lo impulsan.
Cuanto estamos haciendo por los intereses, el honor y el
prestigio de la República
ante todos los países del mundo, depende, en gran parte, del masivo apoyo de
nuestro pueblo. Defeccionar en estos momentos, significaría renunciar a todo lo
conquistado, para volver a ser una republiqueta sin dignidad y sin grandeza.
Por eso, cada uno que comparta las inquietudes y fines que
perseguimos, no puede ser un testigo mudo de los acontecimientos, sino un
protagonista activo y diligente en la defensa de los intereses comunes de los
argentinos. Sólo los pueblos calificados con un alto índice de cultura
política, pueden llegar a ser artífices de su propio destino.
Muchas gracias.
……………………………..
Compañeros.
Retempla mi, espíritu estar en presencia de este pueblo que
toma en sus manos la responsabilidad de defender la patria.
Creo, también, que ha llegado la hora de que pongamos las
cosas en claro.
Estamos luchando por superar lo que nos han dejado en la República y, en esta
lucha, no debe faltar un solo argentino que tenga el corazón bien templado.
Sabemos que tenemos enemigos que han comenzado a mostrar sus
uñas.
Pero, también sabemos que tenemos a nuestro lado al pueblo,
y cuando éste se decide a la lucha, suele ser invencible.
Hoy es visible, en esta circunstancia de lucha, que tenemos
a nuestro lado al pueblo, y nosotros no defendemos ni defenderemos jamás, otra
causa que no sea la causa del pueblo.
Yo sé que hay muchos que quieren desviarnos en una o en otra
dirección, pero nosotros conocemos perfectamente bien nuestros objetivos y
marcharemos directamente a ellos, sin influenciarnos ni por los que tiran desde
la derecha ni por los que tiran desde la izquierda.
El Gobierno del Pueblo es manso y es tolerante, pero
nuestros enemigos deben saber, que tampoco somos tontos.
Mientras nosotros no descansamos para cumplir la misión que
tenemos y responder a esa responsabilidad que el pueblo ha puesto sobre
nuestros hombros, hay muchos que pretenden manejarnos con el engaño y con la
violencia; nosotros, frente al engaño y frente a la violencia, impondremos la
verdad, que vale mucho más que eso.
No queremos que nadie nos tema; queremos, en cambio, que nos
comprendan.
Cuando el pueblo tiene la persuasión de su destino, no hay
nada que temer.
Ni la verdad, ni el engaño, ni la violencia, ni ninguna otra
circunstancia, podrá influenciar a este pueblo en un sentido negativo, como
tampoco podrá influenciarnos a nosotros para que cambiemos una dirección que,
sabemos, es la dirección de la
Patria.
Sabemos que en esta acción tendremos que enfrentar a los
malintencionados y a los aprovechados.
Ni los que pretenden desviarnos, ni los especuladores, ni
los aprovechados de todo orden, podrán, en estas circunstancias, medrar con la
desgracia del pueblo.
Sabemos que en la marcha que hemos emprendido tropezaremos
con muchos bandidos que nos querrán detener, pero con el concurso organizado
de¡ pueblo nadie puede detener a nadie.
Por eso deseo aprovechar esta oportunidad para pedirle a
cada uno de ustedes que se transforme en un vigilante observador de todos estos
hechos que quieran provocarse y actúe de acuerdo con las circunstancias.
Cada uno de nosotros debe ser un realizador, pero ha de ser
también un predicador y un agente de vigilancia y control para poder realizar
la tarea, y neutralizar lo negativo que tienen los sectores que todavía no han
comprendido y que tendrán que comprender.
Compañeros: esta concentración popular me da el respaldo y
la contestación a cuanto dije esta mañana.
Por eso deseo agradecerles la molestia que se han tomado de
llegar hasta esta Plaza.
Llevaré grabado en mi retina este maravilloso espectáculo,
en que el pueblo trabajador de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires, me
trae el mensaje que yo necesito.
Compañeros: con este agradecimiento quiero hacer llegar a
todo el pueblo de la
República nuestro deseo de seguir trabajando para reconstruir
nuestro país y para liberarlo.
Esas consignas, que más que mías son del pueblo argentino,
las defenderemos hasta el último aliento.
Para finalizar, deseo que Dios derrame sobre ustedes todas
las venturas y la felicidad que merecen.
Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta
esta histórica Plaza de Mayo.
Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para
mí, es la palabra del pueblo argentino.
Juan Domingo Perón, 12 de Junio de 1974, sus ultimas
Orientaciones y Directivas.
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