miércoles, 17 de octubre de 2012

¿Relato?, Historia Contrafáctica…



¿Es el fin de los gremialistas "puros" que cambian los principios por lo conveniente?

-Los dirigentes sindicales son jefes de agencias que tienen que ofrecer utilidades.
Los trabajadores se afilian a los gremios para que éstos les consigan mejoras.
La idea de mantener una posición de principios y de autonomía va a ser siempre discutida y habrá quienes pretendan enarbolarla, pero la mayoría va a acomodarse.
La novedad, a partir del 43, es que es el Estado el que ofrece protección social.
Romper con él los condenaría a un ostracismo político.
Entonces la conducción sindical se acomodó a la idea de actuar según las directivas oficiales, pero las comisiones internas mantuvieron una posición de conflicto que los puso en tensión más de una vez con las dirigencias sindicales que actuaban en el marco del régimen.
La presión de abajo desemboca en varias huelgas que no son conducidas por jefes sindicales oficiales, sino motorizadas por delegados y representantes gremiales.


Hay un capítulo muy atractivo en su libro en el que imagina un 17 de octubre que no existió o que fue sofocado, Perón se va al Sur, gana la Unión Democrática que, según usted, hubiese llevado adelante una política parecida a la de Perón, pero más asordinada, aunque al fin se le habría complicado la economía como sucedió en verdad, e imagina a un Perón volviendo para hacerse cargo en 1952 de su primer gobierno (y no del segundo como fue en realidad) para hacer el mismo plan de ajuste que llevo adelante en los hechos. ¿Qué quiso comprobar? 

-El ejercicio me dio la oportunidad de filtrar una idea: la importancia del capital político de los líderes, que es la cuota de confianza que son capaces de suscitar por las decisiones que han tomado.
Es interesante aquí el contraste con la historia real: Perón hace toda una inversión al colocarse del lado de los trabajadores en una primera etapa que, efectivamente, le gana una popularidad incontestable y le otorga un capital político que le permitirá, en momentos de penuria, hacer un plan de ajuste y suspender las negociaciones colectivas, sin por eso perder la adhesión de los trabajadores.
El ejercicio contrafáctico sirve para mostrar que si Perón asume por primera vez en 1952 y lleva adelante comprensiblemente el mismo plan de ajuste, va a pagar un precio que en la historia real no pagó.
Esto me permite llamar la atención respecto de que los líderes, cuando toman decisiones, son juzgados por sus seguidores menos por las cosas que hacen que por el capital político que llevan detrás.
La sensación de confianza a veces es más poderosa que los propios hechos.
Menem pudo hacer lo que hizo y pegar un giro de 180 grados en la liturgia peronista clásica sin perder la vida política en el intento porque, en el corazón del universo peronista, tenía credenciales suficientes para hacer ese viraje.

Lo que no prevén los ejercicios contrafácticos es la imprevisibilidad siempre presente en la vida. Tendemos a imaginar que los hechos se suceden con cierta lógica, pero entre medio, la casualidad y las circunstancias inesperadas operan cambios fundamentales en la historia. 

-Soy muy partidario de darles importancia a las contingencias, a las casualidades.
Es una manera de entrar en la historia con los ojos más abiertos y sin llevar en la mochila la idea de que hay leyes que se cumplen, que hay tendencias ineluctables, que hay razones históricas, cuando lo que siempre hay son alternativas y dilemas.

Se tiende a explicar lo sucedido en una relación lógica a partir de un presente concreto. 

-El presente sirve como guía para la historia como si el mismo fuera la única de la alternativas que hubiese estado disponible cuando en el pasado, en realidad, había más de una alternativa y las contingencias hicieron que se abriera una puerta y no otra y que el lugar donde estamos hoy es un lugar fruto de opciones y no de necesidades históricas.

Aunque las contingencias son finalmente las que definen la historia, uno tiende a buscar acciones que se repiten en distintas épocas. Cuando Perón vira y trae a la California parece un rasgo anticipatorio de lo que va a ser varias décadas después el menemismo. 

-Perón se dio cuenta otra vez, ejerciendo una clarividencia que muchos de sus contemporáneos no tenían, que la fórmula en la que estaba montada su gestión debía modificarse y comienza a hacer un viraje promercado importante, innovador, que no va a poder llevar hasta el final pero que dejará en la agenda el tema del petróleo, que llevará a cabo Frondizi, quien es otro que va a hacer una vuelta en el aire.

Es interesante también lo que sucede con los sindicatos cuando Perón desaparece de la escena durante 18 años y ganan en autonomía. 

-Los sindicatos crecen sobre sus propios pies en un clima muy hostil.
En ese momento se convierten en columna vertebral del peronismo porque son los únicos proveedores de fondos y capacidad de movilización.
El Partido Peronista está proscripto y con Perón a la distancia.
Los únicos que defienden la camiseta peronista son los dirigentes obreros desde sus sindicatos, que se consolidan contra viento y marea y logran recursos.
En los 60 ya se sientan a las mesas donde se discute el poder, son políticamente poderosos y económicamente están sólidos
Los dirigentes políticos del peronismo van a ser hombres a sueldo de los dirigentes sindicales.
Cuando vuelve la democracia en el 83, los políticos peronistas ganan intendencias y gobernaciones, tienen acceso a los fondos públicos y de esa manera se independizan del abrazo del oso gremial que les quitaba libertad de acción.
En lo que se refiere a capacidad de movilización también se va a observar una disminución en ese poder porque el mundo del trabajo también sufre transformaciones, ya que en la periferia aparece un mundo de los pobres y desamparados que puede eventualmente ser movilizado al margen y con independencia de los sindicatos, con lo cual los dirigentes políticos pueden sentarse con los dirigentes sindicales en un plano de mayor igualdad que en el pasado.


http://www.lanacion.com.ar/1504349-juan-carlos-torre-se-insinua-una-vocacion-de-dirigir-la-economia-desde-un-tablero-centralizado



 
PD, el tema del video no es casual; así que juguemos a identificar personajes. ;-P



2 comentarios:

oti dijo...

Está equivocado el muchacho historiador.

Una cosa es hacer un "ajuste" sobre unos bolsillos que los acabás de llenar y otra hacerlo sobre bolsillos indigentes.

Fijate que después de ese "ajuste", cayó el salario real pero desde un pico jamás alcanzado con anterioridad. Luego, en 1954, se logra la distribución del ingreso más equitativa de la historia.

Entonces no es sólo "capital político".

Por otro lado, es mucho más lógico pensar que, si hubiera ganado la unión democrática, no se hubieran nacionalizado los resortes fundamentales de la economía (comercio exterior y BCRA) y, por lo tanto, gran parte de las reservas acumuladas durante la guerra, se hubieran ido disolviendo paulatinamente en el pago de servicios de deuda, transferencia de utilidades, etc. etc., y, posiblemente, otra parte usada para impulsar industrias ligadas a las ventajas competitivas (alimentarias, etc.), para exportar. Pero no se hubieran hecho las decenas de miles de obras del plan quinquenal que contribuyeron al pleno empleo. Y, por lo tanto, el problema social hubiera continuado latente.

Sobre el tema del pragmatismo y de las supuestas políticas promercado de Perón que anticiparían lo de Menem, es todo divagación absurda.

Con el trato con la California Perón quiere resolver problemas concretos y anticiparse a problemas futuros respecto a la extracción de petróleo. La argentina no tenía maquinaria ni tecnología para sacar el petróleo que debía ser sacado para proveer de energía al desarrollo industrial que se iba a profundizar sino lo hubieran derrocado. Esto nada tiene que ver con la ideología o con una supuesta toma de conciencia sobre dónde residía la eficiencia económica.

Los ajustes y privatizaciones de Menem se dan en un contexto donde la tendencia principal del salario real venía de caer desde hacía hacía 15 años y donde la patria contratista y la gestión Martínez de Hoz habían socabado al Estado desde adentro.

Esto nada tiene que ver con las circunstancias del 2º gobierno de Perón.

oti dijo...

Perdón, "socavado" en lugar de "socabar".