martes, 27 de noviembre de 2012

Somos, Cumbia-Rock; Are you nervous? The elections from a shantytown of Great Buenos Aires



“Yo no estaba interesado en la brujería cuando llegué a Zandelandia, pero los Azande sí lo estaban; luego, tuve que dejarme guiar por ellos”
“I had no interest in witchcraft when I went to Zandeland, but the Azande
had; so I had to let myself be guided by them” (Evans-Pritchard, 1973, p. 2).



-Te lo explico.
Yo paso casi todo el tiempo en el campito.
Para ubicarme, siempre miré las ellas.
Jamás necesité otra cosa.
No hay como el cielo para que el hombre sepa en qué lugar tierra tiene los pies.
Pero ahora este método ya no sirve más, porque las constelaciones se están desfigurando, por cuestiones políticas.

- No entiendo.

-Lo que pasa es que en los últimos tiempos el cielo se llenó de satélites.
Los usan para espiar los barrios secretos que mandó a construir Evita en La Matanza. 
Deben tener miedo.

Juan Diego Incardona, El campito (2009, pp. 27-28)

7- Germán Pérez (2009) analiza el “quilombo” como central en la forma en que los argentinos pensamos “el 2001”, y nos   relacionamos   con   la   política.  

Pero   si   para   otros   el   “quilombo”   se   condensa   en   un   momento   puntual (especialmente el 19 y 20 de diciembre de 2001), para José el “quilombo” en La Matanza no sólo comprende el mes crítico (cuando se produjeron saqueos en las zonas aledañas a Villa Torres) sino que se prolonga antes y después  de 2001, desde el corte de ruta mencionado hasta 2003.


8- Claudia Hilb plantea la importancia del miedo como principio de acción específico de la política contemporánea: 

“Situándome laxamente en el contorno de un planteo à la Montesquieu, quiero proponer aquí que el temor puede ser pensado en tanto principio de acción no ya como temor al déspota, a quien representa la voluntad de des-orden, de i-legalidad, de arbitrariedad, sino que puede ser pensado de manera no-hobbesiana como temor a la ausencia de orden en tanto tal, como temor a la pérdida del orden” (2001, p. 447, subrayado en el original).



“Pero Cobos no es un compañero”, contesta él.

“Vos también decís por Solá, ¿no?”, agrega.

Y continúa: 

“Con el campo hubo muchos errores; de no ver el problema, porque el campo ya no es como era antes. 

Ahora muchos chicos arriendan  los campos,  ya no producen. 

Solá podía manejar ese tema pero lo rebajaron, porque él era gobernador y lo pusieron de primer diputado…

Es lo mismo que con Balestrini.

A él también lo rebajaron: pasar de presidente de la cámara a vicegobernador…

Él estaba para más.

Pero lo que tiene es que él se lo toma de otra manera”.

Me cuenta que estuvo en Quilmes con la gente de Luna, con Karaman, hablando de todos estos temas.

Que va porque les está organizando la reunión con Pisoni, ésa que me comentó.

Asiento.

Que ahora van a tener que trabajar a full.

Encima justo empezó la escuela.

Espera no tener que dejar.

Pero ya ve que van a estar corriendo de nuevo. 

Se sonríe.

(Registro del 13 de marzo de 2009).


¿Sorpresa? ¿Para quién?

En definitiva, el 28 de junio de 2009 fue un día largo de trabajo para ellos. 

Pero ¿se trataba de cumplir con la tarea o había algo en juego?

Los pronósticos hechos durante el acto en el Mercado Central cuando pregunté por la cantidad de gente presente (y las inquietudes expresadas unos meses antes por Andy); las caras, los comentarios y los  llamados al  cerrar  el  comicio… enseñaban que  los significados de  las elecciones no se  reducían al  trabajo  realizado  (y mostrado). 

El  momento era vivido emocionalmente,  y  los  resultados electorales despertaban preocupación. 

Pero  la  respuesta difería de  la de  los  analistas  políticos  académicos  o militantes (y la mía).

Entonces las acciones de mis anfitriones no apuntaron a precisar las falencias de la estrategia (ni a buscar al traidor).

Tampoco las dudas sobre el presente se estructuraban a partir de una imagen nostálgica del  pasado,  pretendiendo mirar  a  las estrellas para encontrar  el   rumbo  (como el buscavidas citado en el epígrafe).

Más aún, mis anfitriones diferían de  la  imagen clásica de las redes políticas   asociadas   a   las   políticas   públicas   focalizadas   durante   los   ’90.  

Entonces,   Auyero   (2001) mostraba cómo  las mujeres  inmersas en una red “clientelista”   local  representaban  la  performance  de Evita en sus presentaciones públicas,  mientras Semán (2006) describía cómo una pastora levantó un templo en donde previamente había alzado una unidad básica, descontenta porque “antes daban más”. 

En estas etnografías, el recuerdo del peronismo como estructura del sentir y su actualización como red política barrial asociada a los programas estatales resultaba el eje para comprender cómo unos y otros vivían la política.

En Villa Torres, en cambio, el pasado no ayudaba a comprender ni a quienes habían trabajado el día de las elecciones ni a quien no era peronista pero estaba preocupado por los resultados. 

No era hacia el mundo  feliz de un pasado  idealizado que se orientaban  las  inquietudes sino hacia  la urbanización presente (y los futuros posibles asociados a ella).

La urbanización hablaba de la “suerte” de estos  “villeros”…

En  lugar  de guiarse por  estrellas  (monstruos y nostalgias),  como en  la novela de
Incardona, ellos vivían esperanzas muy actuales, con realismo (y algunos también con ironía).

En octubre, volví a visitar al señor que no había ido al cierre de campaña.

Me contó que todavía estaba esperando que le hicieran su casa nueva.

En marzo, habíamos bromeado con que para esta época del  año,  ya estaríamos  tomando mate en su balcón,  o sentados en  los sillones que compraría para esa casa…

Pero en octubre seguía esperando.

Recordé mi   registro del  28 de  junio. 

También nosotros habíamos esperado: primero,  en  la escuela;  después,  en el  subcomando;  por  último,  cada uno en su casa. 

Para mí,  se  trataba de entender  el resultado  de  las   elecciones  en Torres. 

Para  ellos,   en   cambio,   la   cuestión   central   era   saber   cómo continuar. 

Para   entender   las   elecciones   desde  Villa  Torres,   tuve   que   comprender   la   espera   como contracara del trabajo en la urbanización.

Porque las elecciones no se dirimían en Villa Torres, pero sus  resultados eran considerados  importantes para  la urbanización… y para  la vida en Torres. 

Trabajar,  mostrarlo, esperar y analizar para actuar de la mejor manera posible…

Para salir de la sorpresa, no se trataba tanto de estilizar un “votante mediano”.

Tampoco se trataba de barajar   la   lealtad   o   el   poder   de   los   intendentes,   u   otros   actores   relevantes.  

O  combinar   entre mediatización y territorialización de la política.

Estas explicaciones a posteriori, vistas desde la etnografía en  Villa   Torres,   omitían   lo   central. 

Ante   una   derrota   anticipada,   lo   importante   era   trabajar   bien   y esperar… hasta entender cómo hacer la próxima jugada.

¿Estás nervioso? Las elecciones desde una villa del Gran Buenos Aires.
María Cecilia Ferraudi Curto; hacer clic aquí.
UNSAM/CONICET


Estallido, Cumbia-Rock, Burguesías Culturales y Administrativas; y Clases Populares.


Somos, Cumbia-Rock, Clases Populares; y Burguesías Culturales y Administrativas.


Continuara.

3 comentarios:

AAAAAAAAA dijo...

Tres cosas distintas quiere decir etnografía:
Primero: El Método etnográfico, es una forma de aproximarse a lo real, teniendo como técnica principal la "Observación participante", en su modo clásico, y condimentada con entrevistas abiertas no guiadas.
Segundo: El enfoque etnográfico es el tipo de aproximación que toma como punto de partida "el punto de vista del nativo" y lo examina como parte de los hechos, por eso la frase de E.E.Evas-Pritchard es tan importante para entender en que consiste la antropología.
Tercero: Resultado, una etnografía no es más que el resultado de una investigación etnográfica, un artículo, tesis o libro.
http://www.scielo.org.ar/pdf/cas/n27/n27a01.pdf

guido dijo...

Epa, epa, Luna y Karaman? Eso no es Matanza compañero! Y ya te saqué el informante clave, mirá lo que te digo. En "Villa Torres"(a), que si es Matanza, firme que yo pago, nada de estallido.

Anónimo dijo...
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