jueves, 16 de octubre de 2014

Tirando la toalla psicologica...




La ansiedad intelectual lleva a calcular antes de tiempo las consecuencias que estas alianzas cobijan para los alineamientos presidenciales.

Ese ejercicio impide detenerse en dos vectores cruciales que hoy rigen la política.

El primero es el predominio de las dinámicas territoriales.

Ni el Frente Renovador, ni Pro, ni la UCR o UNEN son hasta ahora autosuficientes de alcance nacional.





Y porque además tiene pánico del "síndrome Francisco De Narváez", el candidato que le ganó al ex presidente y que luego, en las últimas elecciones legislativas de octubre de 2013, terminó con el 5,43% de los votos.





Un peón de go, por el contrario, sólo tiene un medio de exterioridad o relaciones extrínsecas con nebulosas, constelaciones, según las cuales desempeña funciones de inserción o de situación, como bordear, rodear, romper.

Un solo peón de go puede aniquilar sincrónicamente toda una constelación, mientras que una pieza de ajedrez no puede hacerlo (o sólo puede hacerlo diacrónicamente).

El ajedrez es claramente una guerra, pero una guerra institucionalizada, regulada, codificada, con un frente, una retaguardia, batallas.

Lo propio del go, por el contrario, es una guerra sin línea de combate, sin enfrentamiento y retaguardia, en último extremo, sin batalla: pura estrategia, mientras que el ajedrez es una semiología.

Por último, no se trata del mismo espacio: en el caso del ajedrez, se trata de distribuir un espacio cerrado, así pues, de ir de un punto a otro, de ocupar un máximo de casillas con un mínimo de piezas.

En el go, se trata de distribuirse en un espacio abierto, de ocupar el espacio, de conservar la posibilidad de surgir en cualquier punto: el movimiento ya no va de un punto a otro, sino que deviene perpetuo, sin meta ni destino, sin salida ni llegada.

Espacio “liso” del go frente a espacio “estriado” del ajedrez.

Nomos del go frente a Estado del ajedrez, nomos frente a polis.

Pues el ajedrez codifica y decodifica el espacio, mientras que el go procede de otra forma, lo territorializa y lo desterritorializa (convertir el exterior en un territorio en el espacio, consolidar ese territorio mediante la construcción de un segundo territorio adyacente, desterritorializar al enemigo mediante ruptura interna de su territorio, desterritorializarse uno mismo renunciando, yendo a otra parte...).

Otra justicia, otro movimiento, otro espacio-tiempo. (...)

......................

Sin duda las sociedades primitivas tienen jefes.

Pero el Estado no se define por la existencia de jefes, se define por la perpetuación o conservación de órganos de poder.

El Estado se preocupa de conservar.

Se necesitan, pues, instituciones especiales para que un jefe pueda devenir hombre de Estado, pero también se necesitan mecanismos colectivos difusos para impedirlo.

Los mecanismos conjuratorios o preventivos forman parte de la jefatura e impiden que cristalice en un aparato diferente del propio cuerpo social.

Clastres describe esa situación del jefe cuya única arma instituida es su prestigio, cuyo único medio es la persuasión, cuya única regla es el presentimiento de los deseos del grupo: el jefe se parece más a un líder o a una estrella de cine que a un hombre de poder, y siempre corre el riesgo de ser repudiado, abandonado por los suyos.



1 comentario:

Ñandú dijo...

Quien no lo entienda, no entenderá al peronismo y pagará su precio cuando los nómadas (cabecitas negras o negros de mierda) asomen