Tres años atrás…
Robusta, masiva, contundente.
Así fue la movilización opositora que antenoche puso en la
calle al uno por ciento del padrón electoral nacional: entre 250 y 300 mil
personas.
Un tercio de ellos, unos 90 mil manifestantes, el núcleo
central simbólico y numérico, se expresó en la zona del Obelisco y la Plaza de
Mayo de Buenos Aires.
La oposición política y mediática que adscribe a la
centroderecha organizó con éxito la movida —se enmascaró en el espontaneismo
ciudadano— y consiguió el objetivo de multiplicar en número del 13S, pero no
obtuvo lo más preciado: nutrir la movilización con sectores medios bajos y
bajos de los barrios populares.
Lo saben en la Casa Rosada y lo sabe la oposición, sólo una
mezcla consistente de clases sociales que incluya a la base de la pirámide
podría obligar al gobierno a declinar los trazos principales.
Con distintos grados de radicalización —en promedio,
bastante menos que en la marcha anterior—, la gente fue a la calle a
"parar a Cristina".
Y sería ingenuo pretender que la bronca anti-K pase por el
estilo por momentos pendenciero de la presidenta, ni por su presunta adicción a
comprarse zapatos y carteras.
La discusión es de contenido político.
El 90 por ciento de la movilización en Buenos Aires quedó
circunscripta en cuatro o cinco barrios, de los 47.
Y a dos partidos del GBA, de más de 20.
Sin embargo, Barrio Norte, Palermo, Belgrano, Caballito,
Vicente López y San Isidro, no son un puñado de barrios cualquiera de la
ciudad.
Allí está el 90 por ciento de los cines, teatros, médicos,
abogados, periodistas, colegios y universidades privadas (y también las más
relevantes de las públicas), shoppings, intelectuales —incluidos los de
izquierda— concesionarias de autos, boliches nocturnos, gastronomía, y la lista
podría seguir.
Allí está el sector que por amplísima mayoría construye el
discurso social, mediático y dominante.
Allí están los turistas internos y externos, viven los
estudiantes hijos de las familias acomodadas del interior y el exterior, y a
veces de familias aspiracionales.
Para cualquier foráneo "ir a Buenos Aires" es ir a
esos barrios.
¿O acaso algún lector de esta columna presume
"conocerla" sin haber pisado nunca alguno de los barrios mencionados?
La marcha fue un acto muy masivo de los habitantes de esos
barrios.
Y no es una buena noticia para el kirchnerismo que lo
adversen de ese modo, aunque sea sólo en esos barrios.
Sin embargo, hay un dato determinante e irresoluble para la
derecha partidaria: en esos barrios privilegiados vive sólo el 10 por ciento de
los votantes.
En ese puñado simbólico de barrios desarrollados y
distinguidos, donde parece que "está todo", y donde "tenés
todo", sin embargo no está el 90 por ciento de los argentinos que votan y
eligen a los gobernantes.
Por eso, suele pasar, que quienes creen que la Argentina
"es igual a mi barrio" luego no entienden por qué las urnas están
llenas de votos de gente que vive en otros barrios.
…la información estaba a la vista de quien quisiera verla, pero a pesar
de las advertencias….
Ahora bien, el 8/11, en términos de brocha gruesa, no hubo
clase baja en las calles.
La sociedad argentina está escindida, sigue escindida.
Esa gran masa de la Argentina de la pobreza constituye
todavía para el Gobierno nacional su reserva electoral más sólida.
También ahí el mayor problema es de representación: el
monopolio de hecho que todo gobierno –nacional o local– ejerce en la
representación política de las clases pobres argentinas, que contrasta con la
ausencia total de representación de las clases medias y altas.
Los pobres, los del medio y los más ricos en la Argentina de
hoy comparten muchas visiones, coinciden en muchas demandas, pero mientras los
pobres tienen cómo canalizarlas a través de mecanismos de representación, los
del medio y los de arriba sólo tienen voz si salen a la calle.
¡Menudo desafío para quienes aspiran a ser políticos de
profesión!
…se siguió creyendo que con los Sectores Medios y Altos alcanzaba y
sobraba.
Cambiemos logro su objetivo, monopolizar ese voto de alto perfil, pero
descubrieron que ni con la división del peronismo alcanzaba para ganar.
Como no están acostumbrados a la autocritica, los pobres votan a
conciencia, lo más fácil es impugnar la racionalidad y libertad del “inferior”.
Lo mismo sucede con muchos “emocionales K”, que critican a DOS por no “sumar”
burguesía; cuando en realidad “garantizo” no seguir “expulsando” votos del
2011.
Porque en lugar de un paupérrimo 38% en la PASO, se habrían obtenido un
catastrófico 18/19% nacional, con toda la furia de los recursos del Estado
Nacional.
Que, desde ya, la diferencia no habría ido a Mauricio y Cambiemos.
Y los mas lucidos de los Republicanos son plenamente consientes.
Opening de la Era de la Ilusión burguesa; década de 1980.
Ending de la Era de la Ilusión burguesa, década del 2010.
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