martes, 23 de febrero de 2010

Mariano Gramsci, el actual empate catastrófico y el protagonismo de Régimen. I

Un Enemigo, Ender Wiggins.

Soy tu enemigo, el primero que has tenido que a sido mas listo que tú.

No hay más Maestros que el enemigo, Ender Wiggins.

Nadie, salvo el enemigo, te dirá lo que hará el enemigo.

Nadie, salvo el enemigo, te enseñara a destruir y conquistar.

Soy tu enemigo a partir de ahora.

A partir de ahora soy tu Maestro.

El juego de Ender.

Orson Scott Card.

Dichos y….


De un lado, con un potencial electoral que gira en torno del 20 por ciento de los votos, se inscribe como único candidato el ex presidente Néstor Kirchner.

Del otro lado, con un potencial electoral que suma alrededor del 80 por ciento de los votos, hay varios precandidatos entre los cuales se destacan, aunque no sean los únicos, Carlos Reutemann, Eduardo Duhalde, Mauricio Macri, Francisco de Narváez, Elisa Carrió y Julio Cobos.

De un lado compite una minoría concentrada.

Del otro lado, la desafía una mayoría fragmentada.

El politólogo italiano Gaetano Mosca hizo notar que una minoría organizada ha vencido muchas veces a una mayoría desorganizada.

¿Será éste el caso argentino en la campaña presidencial que ahora comienza?

No necesariamente, porque tanto el oficialismo como la oposición muestran al comenzar la campaña fallas tan graves que sólo quienes las superen podrán aspirar a la victoria.

Podría decirse, entonces, que, habiendo partido todos los bandos en pugna de un origen defectuoso, únicamente el que consiga superarlo ocupará finalmente la Casa Rosada.

Los presidenciables, ¿con el carro delante del caballo?

Mariano Grondona


Se puede decir que el cesarismo expresa una situación en la cual las fuerzas en lucha se equilibran de una manera catastrófica, o sea de una manera tal que la continuación de la lucha no puede menos que concluir con la destrucción recíproca.

Cuando la fuerza progresiva A lucha con la fuerza regresiva B, no sólo puede ocurrir que A venza a B o viceversa, puede ocurrir también que no venzan ninguna de las dos, que se debiliten recíprocamente y que una tercera fuerza C intervenga desde el exterior dominando a lo que resta de A y de B.

En Italia, luego de la muerte de Lorenzo el Magnífico, ha ocurrido precisamente esto.

Para leer Linera, Gramsci, situación de Cesarismo, y empate catastrófico.

Artemio López.


Si el empecinamiento es el rasgo de carácter que Kirchner no ha podido superar, sus rivales corren, por su parte, el riesgo de anticipar sus propias candidaturas individuales antes de intentar, como paso previo, una convergencia que por ahora no florece.

Afuera llueve, pero ninguno de los precandidatos no kirchneristas ha salido a competir, hasta ahora, con el paraguas de esta coincidencia.

¿En qué consistiría este "paraguas"?

En la elaboración conjunta de un programa mínimo de gobierno, al estilo de los Pactos de la Moncloa, que asegurase a los argentinos que, cualquiera que fuera el vencedor final en la contienda, contaría al comenzar su gobierno con el consenso de una vasta mayoría.

El defecto común de los anteriores gobiernos, de 1930 hasta nuestros días, ha sido la decisión del vencedor de "cortarse solo" detrás de la utópica pretensión de dominar sin ayuda al resto de las fuerzas políticas, cuya previsible conjunción opositora terminaría tarde o temprano por anularlos, con la ayuda de un componente militar que hoy, afortunadamente, brilla por su ausencia, o sin ella.

Mariano Grondona, Ídem.


Todo gobierno de coalición es un grado inicial de cesarismo, que puede o no desarrollarse hasta los grados más significativos (naturalmente la opinión generalizada es, en cambio, la de que los gobiernos de coalición son el más "sólido baluarte" contra el cesarismo).

En el mundo moderno, con sus grandes coaliciones de carácter económico-sindical y político de partido, el mecanismo del fenómeno cesarista es muy diferente del que existió en la época de Napoleón III.

En el período hasta Napoleón III las fuerzas militares regulares o de línea constituirían un elemento decisivo para el advenimiento del cesarismo, que se verificaba a través de golpes de Estado bien precisos, con acciones militares, etc.

Artemio López, Ídem.


El instrumento de poder político del rey, el Ejército, está organizado, puede reunirse a cualquier hora del día o de la noche, funciona con una magnífica disciplina y se puede utilizar en el momento en que se desee; en cambio, el poder que descansa en la nación, señores, aunque sea, como lo es en realidad, infinitamente mayor, no está organizado: la voluntad de la nación, y sobre todo su grado de acometividad o de abatimiento, no siempre son fáciles de pulsar para quienes la forman: ante la inminencia de una acción, ninguno de los combatientes sabe cuántos se sumarán a él para darla.

Además, la nación carece de esos instrumentos del poder organizado, de esos fundamentos tan importantes de una Constitución, a que más arriba nos referíamos: los cañones.

Cierto es que los cañones se compran con dinero del pueblo: cierto también que se construyen y perfeccionan gracias a las ciencias que se desarrollan en el seno de la sociedad civil, gracias a la física, a la técnica, etc.

Ya el solo hecho de su existencia prueba, pues, cuán grande es el poder de la sociedad civil, hasta dónde han llegado los progresos de las ciencias, de las artes técnicas, los métodos de fabricación y el trabajo humano.

Pero aquí viene a cuento aquel verso de Virgilio:

Sic vos non vobis! ¡Tú, pueblo, los haces y los pagas, pero no para ti!

Como los cañones se fabrican siempre para el poder organizado y sólo para él, la nación sabe que esos artefactos, vivos testigos de todo lo que ella puede, se enfilarán sobre ella, indefectiblemente, en cuanto se quiera rebelar.

Estas razones son las que explican que un poder mucho menos fuerte, pero organizado, se sostenga a veces, muchas veces, años y años, sofocando el poder, mucho más fuerte, pero desorganizado, de la nación; hasta que ésta un día, a fuerza de ver cómo los asuntos nacionales se rigen y administran tercamente contra la voluntad y los intereses del país, se decide a alzar frente al poder organizado su supremacía desorganizada.

Poder organizado e inorgánico, ¿Qué es una Constitución?

Ferdinand Lasalle, Berlín, Abril de 1862.


Muchachos; Uds., en sus Organizaciones, tienen que copiar a mi Sindicato;…

Recuerden que solo la Organización vence al Tiempo.

Coronel JDP, a los dirigentes sindicales, en la Secretaria de Trabajo y Previsión; Buenos Aires, fines de 1943.


Continuara,….


1 comentario:

Artemio López dijo...

Interesante...a ver como resolves un liderzago obrero en argentina...
salu2!