viernes, 20 de mayo de 2011

Y los Indignados de la Argentina, ¿Dónde están?; o el Distraído como deporte nacional.

Tomas hace un interesante análisis del “fenómeno” español, y puntualiza:

“Entonces me enfocaría en la parte que me interesa.

Entre todo el mejunje que supone un fenómeno que nació hace pocos días, conducido por nadie, sin un sentido único, con multiplicidad de metodologías, hay un objetivo en el que que vale la pena detenerse.

Dicen, los diarios, que cambiar la ley electoral ha sido la primera reivindicación clara y contundente.

Entonces ya hay una linda diferencia con el 2001.

Una diferencia que es valiosa.

Una diferencia que me permite arrojar que, si este es el objetivo que termina prevaleciendo (por encima de “democracia real”, de “nuestro futuro”, de “la revolución de las redes sociales”), no sé si estamos en presencia de una revolución, pero sí estamos frente a un suceso mucho más rico, complejo y posiblemente más beneficioso para España.

Si el reclamo es bien concreto, si hay una batalla por la circunscripción única con escaños proporcionales (porque todo el territorio sea considerado una sóla circunscripción electoral, de manera tal que el sistema actual de reparto de escaños poco proporcional, con mayoría absoluta y en circunscripciones pequeñas, no deje tan afuera a las minorías: Gerrymandering, hasta en las mejores familias) entonces la racionalidad del fenómeno es muchísimo más interesante de quienes se suponen defensores y detractores del acampe (críticas al sistema electoral español en ese sentido, acá y acá).

Aún si el reclamo deriva en ese objetivo de que el voto en blanco sea considerado como tal, las movilizaciones españolas están pidiendo manifestar el rechazo a la representación política existente absolutamente POR ADENTRO del sistema.

Están cuestionando, no la representación (dios os libre, chavales), si no esta encarnación de la representación.

Y, a diferencia del 2001, insisto y bajo el ceteris paribus de que el cambio de regla electoral fuese el único reclamo, se trataría de un reclamo por adaptar las reglas de juego existentes a una oleada de nuevas necesidades que necesitan ser representadas”.

Les dejo como tarea para el hogar las siguientes preguntas.

Ese tipo de reforma, ¿Cómo cambiaria el mapa electoral de la Nación y de la PBA?

¿Qué argumentos se utilizarían para desautorizarlo?

¿Qué espacios políticos se sentirían perjudicados, y cuales beneficiados?

¿Se mitigaría el bipartidismo existente, o caeríamos en una Hegemonía a lo Sartori?

Si se diera el ultimo caso, ¿Qué papel cumplirían la PBA y el GBA?

Que disfruten el Fin de Semana.

2 comentarios:

Andrés dijo...

Buenas Manolo,

Si se accediera a una única circunscripción nacional, se generaría una dinámica donde el federalismo se diluiría rápidamente.

Los distritos menos poblados tendrían apenas representación en Diputados, perdiendo peso político para negociar con los grandes centros urbanos como provincias chicas en bloque. De esa manera, perderían oportunidades de inversiones y de obra pública (porque las obras serían en regiones menos pobladas que no reduitúan tanto como en regiones con alta concentración de voto).

Eso empobrecería a dichas provincias, acrecentando la corriente migratoria a las ciudades, las cuales seguirían concentrando poder económico a expensas del político.

Sería más representativo en términos de votos por diputado, pero menos en términos de plataforma política territorial (en este caso territorial en sentido físico y no social).

El estado actual de las cosas no es por cierto una maravilla (5 diputados por San Luis que suman menos votos juntos que 2 diputados por la PBA), pero es el frágil equilibrio entre democracia y federalismo. El grave problema es el reparto de la recaudación, que no va a la periferia urbana como corresponde, pero.. qué es lo que "corresponde"?

No tengo una respuesta fácil a esa pregunta.

Saludos,

Andrés

Andrés dijo...

Corrección:

Eso empobrecería a dichas provincias, acrecentando la corriente migratoria a las ciudades, las cuales seguirían concentrando poder económico y político a expensas de las provincias chicas.