“Para que se entienda mejor: si los encuestadores consultados no
mienten, …”
Qué pasaría si las elecciones fueran hoy
El ¿30%? o ¿40%? que “preferiría” NO votar “lemas”
contaminados por el “pejotismo”, en ninguna de sus “variantes”, reparte su “fragmentación”
en no menos de ½ docena de “espacios”.
Mientras que el ¿70%? a ¿60%? que esta dispuesto a “intervenir”
en la “Interna” P, por las “buenas o las malas”; se compone de dos elementos.
- Una es “volátil”, o sea depende de las condiciones “económicas”,
en primer lugar; y luego, de los “enunciados” ideológicos.
- Mientras que la otra, que NUNCA baja del 40% de los votos
positivos, sin importar las cuestiones “objetivas”; fue caracterizado en los últimos
tiempos de la siguiente manera.
“…pero mientras los pobres tienen cómo canalizarlas a través de
mecanismos de representación, los del medio y los de arriba sólo tienen voz si
salen a la calle.”
…..
“El 18% de los argentinos afirma haber recibido alguna vez una oferta
por su voto.
La cifra duplica prácticamente el promedio latinoamericano.
De todos modos, podría decirse que el clientelismo no paga bien: el
43,9% de los encuestados afirma no sentirse ni más ni menos inclinado a votar
por el candidato del benefactor, en tanto que el 45,3% dice sentirse menos
inclinado a hacerlo”
……
En nuestros conurbanos la sociedad pobre creció, sobrevivió y se
organizó al margen de la tutela y la protección del Estado.
Su lugar fue ocupado por diferentes asociaciones, que traducen el
complejo entramado social, y por liderazgos fuertes, de personas que encabezan
la acción colectiva y se hacen cargo de las necesidades del conjunto.
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Puede ser una familia extensa, un vecindario, un grupo étnico,
religioso o deportivo, como en el fútbol.
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Se trata de un intercambio cotidiano, continuo, que en un momento se
expresa políticamente, en la asistencia una marcha, o en una elección.
En el primer caso el colectivo es visible y quiere serlo: desde el
transporte hasta las pancartas.
En el comicio, el colectivo negociado -denominado “el paquete”- se
disimula, y se traduce en votos singulares, secretos.
Pero reconocibles por el puntero, quien certifica el cumplimiento de
los términos del acuerdo.
Es común llamarlo clientelismo.
Es una palabra genérica, pobre y descalificante.
No da cuenta de los matices de una relación compleja, siempre abierta y
en proceso, en la que hay también independencia e imprevisibilidad.
Cada persona pertenece simultáneamente a varios colectivos, y su lealtad
bascula entre ellos.
Los compromisos políticos son flexibles, graduales y reversibles.
Los intercambios requieren no solo una base material sino también
sintonías de forma, tono y trato.
La gente no se entrega ni obedece, sino que “acompaña”.
Manejar todo esto requiere una enorme sabiduría artesanal.
Nada es automático.
Todo es cambiante, y a la vez regular, como en un caleidoscopio.
Al final, se traduce en votos, singulares, cuantificables,
acumulativos.
A veces, cambian los gobernantes.
Usualmente los ratifican.
Aquí y ahora, según las conclusiones de las Usinas del
exterior, “that thing” es el “pivote” no solo del Sistema Político sino de
la mismísima “Gobernanza”.
Quien logre “ganar” la “voluntad de acompañamiento”, tiene
resuelto una porcentaje importante de las cuestiones que el “Estado” como Administración
“no
sabe, no puede, o no quiere” resolver.
Pero, nada es automático
y “eterno”, hay que ganar la Confianza TODOS
los días.
Como bien sabia
cierto Senex, fallecido hace dos generaciones; “cabalgar los acontecimientos” y “que funcione”, o el tigre que se monta devorara
al jinete.
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