La célebre
impotencia argentina para diseñar políticas de Estado se reflejará en la
carrera presidencial, donde las disputas que se insinúan parecen responder más
a la astucia táctica de dirigentes vulgares que a las preocupaciones
estratégicas de los estadistas. Por otra parte, influye también la
cristalización de posiciones que se produjo en esta década. Demasiados actores
políticos, dirigentes sectoriales y periodistas parecen cómodos en los roles
asignados, refugiándose en lo que aprendieron: estar a favor o en contra del
Gobierno. Defenderlo o pegarle. De ese modo, la creatividad sucumbe, la pelea
parroquial se repite hasta la náusea y las verdaderas cuestiones permanecen
desenfocadas e irresueltas.
Tal vez los
problemas que enfrenta el país en el ocaso del kirchnerismo, junto a las
incongruencias de su relato, indican el camino para los debates sustantivos,
aquellos en los que está el mundo, no los que absorben a la dirigencia
argentina. Quizás este fin de ciclo, más allá de lo anecdótico, marque el límite
de las posibilidades de la
Argentina populista, de sus sueños y de sus formas inestables
y cambiantes de controlar el poder e influenciar a la sociedad. El proyecto de
redistribuir la riqueza, centrándose en el mercado interno y el consumo; de
expandir el empleo y de asegurar la integración social, mediante planes y
subsidios estatales, está otra vez en cuestión, sembrando de incertidumbre el
futuro. Funcionó como una fórmula eficaz para salir de la crisis, pero no logró
consolidarse como un rasgo permanente de la Argentina contemporánea.
Por otra parte, la discusión sobre el sistema político se reavivó, dejando
irresuelto cuál es el verdadero papel de las instituciones democráticas.
Regresó, con fuerza, la antigua discusión nacional entre republicanos y
populistas. La democracia plebiscitaria, inspirada en Perón y relanzada por los
Kirchner, repitió una vez más su pelea fantasmal con la democracia republicana
de Alem y Alfonsín. Un férreo empate de intereses atravesó estas controversias,
en el campo económico y político, y el país retorna ahora a sus fatídicos
ciclos de prosperidad y decadencia sin "un proyecto sugestivo de vida en
común", como quería Ortega.
Una mirada
desapasionada, que ponga aparte los resentimientos, mostrará que la Argentina no puede
resolver, desde hace décadas, por lo menos tres cuestiones básicas, capaces de
garantizar el equilibrio de términos teóricamente contradictorios. En primer
lugar, el vínculo entre Estado y mercado, que posibilite distribuir la riqueza
sin anular la competencia; en segundo lugar, la relación entre libertad e
igualdad, que permita una democracia social sin menoscabar el derecho de las
minorías; en tercer lugar, el lazo entre países emergentes y desarrollados, que
posibilite relaciones internacionales con prioridades regionales, sin
desatender las ventajas de los nexos bilaterales con las naciones líderes. En
cierta forma, todas las patologías parecen depender de la incapacidad de
mediación. Somos estatistas o liberales, republicanos o plebiscitarios, tercermundistas
o proamericanos, sin matices, atentos al humor y la conveniencia coyuntural, no
a un proyecto.
El jueves
13 de febrero, Cristina recibió el proyecto de reforma, actualización e
integración del Código Penal de la
Nación en el que trabajó durante un año y medio una comisión
creada por decreto del Poder Ejecutivo en 2012. Su característica principal es
que no la compusieron técnicos, como en ocasiones anteriores, sino juristas con
destacada actuación política y políticos de buena formación jurídica,
requisitos que rara vez coinciden: el ministro de la Corte Suprema de
Justicia Raúl Zaffaroni presidió el bloque de diputados porteños del Frente
Grande; los ex camaristas federales Carlos Arslanian y Ricardo Gil Lavedra
fueron ministros de Justicia de los presidentes Carlos Menem, justicialista, y
Fernando de la Rúa ,
radical; la ex diputada María Elena Barbagelata integra el Frente Amplio
Progresista y fue redactora del Código Edilicio porteño; el actual diputado
Federico Pinedo, del PRO, comenzó su carrera en la Nueva Fuerza de la
familia Alsogaray y luego de alió con Domingo Cavallo. Si bien ninguno investía
representación partidaria, cubrían un amplio arco ideológico, expresión de los
consensos y las políticas de Estado que todos dicen anhelar. No hubo
representantes del Frente Renovador, porque se creó un año después que la Comisión. La
presidente dijo al recibirlo que lo pondría a estudio del Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos y lo reiteró ante la Asamblea Legislativa.
Massa anunció que intentaría reunir cinco millones de firmas para oponerse
mediante una consulta popular y declaró su acuerdo con el Episcopado Católico y
con Lorenzetti acerca de la lucha contra el narcotráfico. Las opiniones se
dividen entre quienes subrayan que Massa desconoce cuestiones básicas reguladas
por la
Constitución Nacional , que no permite modificar la ley penal
por votación popular, y aquellos impresionados por sus reflejos de predador
electoral y su falta de escrúpulo, que le permitieron poner a la defensiva al
resto de las fuerzas políticas, acunado por los grandes medios de comunicación.
La prohibición constitucional fue fundamentada por el ex presidente Raúl
Alfonsín en la
Convención Reformadora de 1994 porque, dijo, en ciertos
momentos los medios pueden propiciar un arrebato de la opinión pública que
implante hasta la pena de muerte para cualquier delito. La idea de que el
anteproyecto de la Comisión
multicolor, que hasta ahora el Poder Ejecutivo no ha hecho propio, reduce penas
para los más graves delitos y los hace excarcelables es inexacta: por un lado,
es mayor el número de delitos cuyas penas se incrementan y por otro, el Código
Penal no regula las excarcelaciones, cosa que cada estado provincial hace en su
exclusivo Código Procesal. Además, en los casos en que algunos mínimos se
reducen, esto se ve compensado por el cumplimiento efectivo de la pena, cosa
que en la actualidad no ocurre. El anteproyecto es un todo sistemático que
intenta devolver racionalidad y proporcionalidad al Código Penal
descuajeringado por parches y leyes especiales a lo largo de casi un siglo. El
desdén de Massa y de su asociada Graciela Camaño de Barrionuevo (como él,
flamante abogada) por el cumplimiento de la Constitución y de la
ley 24.747, que prohíben la iniciativa popular que proponen, no mella su
efectividad política, pero degrada el debate institucional en los precisos
términos que previó Alfonsín. La
UCR y el PRO se dejaron arrollar sin resistencia por esta
ofensiva de la demagogia punitiva y su irrealizable ilusión penal. Lo que le
molesta a Maurizio Macrì de la jugada de Massa es que no se le haya ocurrido a
él dijo Felipe Solá, que fue socio de ambos. En la UCR , Cobos coincidió fuerte y
claro con el diputado de Tigre, mientras Ernesto Sanz, Gerardo Morales y Oscar
Aguad dijeron algo parecido pero con la boca llena y mirando hacia otro lado,
de modo que no se entendió bien.
Una
encuesta secreta que está en manos de la oposición muestra que la Presidenta perdió casi
diez puntos de imagen positiva durante este largo verano. También, que el 79
por ciento de los argentinos tiene una visión negativa sobre la economía, el
65% cree que mantenemos un rumbo equivocado y el 58% espera un año de crisis.
Lo verdaderamente interesante es que un alto porcentaje de ciudadanos está a la
vez de acuerdo con el control de precios, el rol activo del Estado, el
mantenimiento de la
Asignación Universal por Hijo, la estatización de YPF, la
reducción de impuestos y la necesidad de que Cristina cumpla su mandato en
tiempo y en forma. Una primera lectura de estos datos demostraría que sin una
catástrofe macroeconómica e institucional, la pendular sociedad argentina no
regresaría a los conceptos neoliberales. Más allá de detalles, y de desear
políticas un tanto contradictorias, lo cierto es que la mayoría silenciosa
reivindica los postulados generales del Gobierno, pero reprueba fuertemente la
gestión efectiva. Algo se aclara con otro sondeo, que también está en manos de
referentes de la oposición y que se realizó sólo en el área metropolitana. A la
pregunta sobre cuál fue el mejor presidente de los últimos treinta años, para
porteños y bonaerenses Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner marchan a la cabeza con
cerca del 30% cada uno, mientras que Cristina sólo cosecha el 13%. La
competencia entre la jefa del Estado y su propio marido es hipotética e
injusta: también se les podría aplicar a las distintas administraciones del
matrimonio Kirchner las condiciones macroeconómicas que les tocaron en suerte.
Uno está tentado de pensar que si Cristina hubiera protagonizado el primer
período y no los dos últimos, otro gallo cantaría. Pero de nuevo entra en
cuestión el factor político: ¿habría logrado ella, con su inflexibilidad de
legisladora aislada y su falta de experiencia administrativa, lo mismo que
logró él? Esta pregunta no es meramente retórica, puesto que la verdadera
capacidad del piloto de tormentas sigue siendo un interrogante crucial. Quizá
lo sea incluso hoy más que nunca.
…………
Este
panorama hace pensar que mientras la política habla de bicicletas financieras,
relatos, contrarrelatos y códigos penales, una turbia y larvada agenda social
se cocina a fuego lento en la Argentina.
Cuentapropistas , tercerizados, cesanteados, cooperativistas,
manteros, ocupantes ilegales, desempleados, punteros y habitantes de las villas
miseria protagonizaron una temporada estival de cortes, piquetes y copamientos.
La conflictividad social tuvo picos históricos en diciembre, y durante los dos
meses posteriores mantuvo niveles altísimos: en marzo se suman los paros de los
principales gremios, jugados a suerte y verdad por mantener los sueldos a flote
en este mar encrespado. Pero es la marginalidad, cruzada por el delito y la
desesperación, el caldo de cultivo más preocupante. No sólo porque el ajuste
suele multiplicar la inseguridad y la violencia callejera, sino también porque
los actores más vulnerables son proclives a la turba y hasta el vandalismo
cuando el Estado está ausente y el agua les llega al cuello. Los episodios de
Villa Lugano y de Saavedra de hace una semana sugieren un clima enrarecido.
Pese a que en ambos casos hubo razones y manipulaciones locales y específicas,
fue relativamente sencillo para los cabecillas conseguir que muchos desesperados
se plegaran primero a la usurpación masiva y el domingo a los destrozos
barriales. Los testigos aseguran que sesenta personas salieron como pirañas de
Villa Mitre, quemaron automóviles, incendiaron casillas de seguridad, atacaron
casas particulares y robaron motos. Fue una noche de terror. Encuadrar estos
asuntos en la eterna crisis de la vivienda y en el simple barrabravismo impide
reconocer los olores del polvorín.
Los
Auténticos Decadentes: un furor "peroncho"
Mientras
los intendentes radicales charlaban en sus sillas o con sus esposas, los
peronistas estaban como locos. ¡Se cantaron todo! Lo Auténticos sorprendieron
en la previa del Acto Central y más de uno saltó de su silla y bailó y cantó a
rabiar.
"Los
piratas" "Vení Raquel", "Diosa", "Entregá el
marrón" y "La guitarra", algunos de los temas que levantaron una
pachanga sin precedentes en el palco. ¿Los más bailarines? Marcelo Locamuz,
Marcelo Costa y su esposa, y Diego Martínez Palau.
2 comentarios:
Muy bueno.
Yo les preguntaría al 30% que votó a Alfonsín si estaría dispuesto a volver a vivir el período de su gobierno.
Todo el porcentaje que de por un Si indicaría que estamos ante un grupo de mentirosos.
De hecho, nadie lo defendió en la calle contra la embestida liberal que se regodeó después de la hiper. Estaban todos abajo de la cama.
es la misma encuesta q le da 35% de intenciòn de voto a cobos?
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