sábado, 7 de diciembre de 2019

“Volvimos al 89 Carlos



Si Cristina, cuando se nos cayo encima el Muro de Berlín”.



Un país con prácticamente pleno empleo, con los servicios subsidiados; luz, gas, telefonía, transporte publico.

Donde las corridas cambiarias se retroalimentaban con la inflación del 40% mensual, no anual

Donde entidades como el Hogar Obrero quebraban, “acorralando” los plazos fijos de los ahorristas.

Donde el candidato “socialdemócrata”, Angeloz, hablaba del lápiz rojo.

Agrandando la “Sociedad” achicando el Estado.

Donde todos los medios gráficos, y los medios audiovisuales intervenidos por el PEN, apostaban contra el peronismo.

Y como la mitad de los ciudadanos “votaron mal”, se suspendió el reparto de las cajas PAN (Plan Alimentario Nacional)


El año que describió Marie France Prévôt Schapira lo siguiente

“De vuelta en Moreno, en los primeros días de julio de 1989, recorrí las zonas devastadas con una delegación del Gobierno de la provincia de Buenos Aires conducida por R. Roma y L. Brunati, llegada para organizar la ayuda alimentaria.

En los barrios más pobres, las poblaciones inmovilizadas al margen de la ciudad, y sin recursos, se agrupaban alrededor de las ollas populares organizadas por iniciativa del municipio y de las organizaciones caritativas.

Se habían instalado algunos comedores en las escuelas, en los locales partidarios y en las parroquias.

En Cuartel V también se había colocado una bandera argentina “para salvar la familia, el barrio y también la nación” porque los habitantes tenían el sentimiento que todo se derrumbaba, incluso el país.
……

Motivada fuertemente por Ricardo Sidicaro, a quien describía por entonces el espectáculo de desolación que veía día a día, me lancé, en caliente, a la redacción de un artículo que tuvo el merito de la anterioridad (Prévôt-Schapira, 1990).

Ya que, paradójicamente, se escribieron pocas cosas sobre los saqueos de 1989.

Estos episodios fueron cubiertos por un manto de silencio.

Recién después de los saqueos de 2001, los estudios comenzaron a mirar retrospectivamente los acontecimientos de 1989 (Auyero, 2007) y se reconstruyó la situación política y social que encendió los saqueos en el cruce de Castelar”.

domingo, 23 de junio de 2013

El año que cayo el muro, implosiono la Unión Soviética, la Plaza de Tiananmén, la balcanización del Pacto de Varsovia; con sus guerra intestinas, limpiezas étnicas, mafias de oligarcas copando empresas y bienes socializados

Mientras Al Qaeda estaba abrazada a Rambo en Afganistán y Sadam era el campeón de Occidente contra el Irán de los ayatollas.

El año que a diferencia de 2001, implosiono la Sociedad en lugar del Estado.

Y el peronismo, que no dejaba gobernar, tampoco sabía gobernar.

Diez y ocho años más tarde ya era sentido común, aunque sea una falacia,  “solo el peronismo puede administrar la Argentina

“Se sienten, en el fondo de sus corazones, injustamente derrotados por “políticos mediocres” y “burócratas clientelísticos”.

Ellos, los príncipes de la nueva política, eficientes y limpios, pasaron por la universidad y conocen el mundo: son muy viajados.

“¿Cómo puede ser que nos derroten estos políticos de cabotaje, estos impresentables de siempre?”, se preguntan.

Algunos de estos gerentes de la nueva política duermen con la valija cerrada al lado de la cama.

Están siempre listos para volver al sector privado rumiando una queja:

“Soy demasiado bueno y honesto para la política”.

Olvidan que los verdaderos militantes políticos no tienen dónde volver, porque pertenecen, en cuerpo y alma, a la lucha política.

Porque no podrían hacer otra cosa, porque nacieron para eso, porque quemaron las naves.

Un gerente es demasiado cerebral y tiene demasiado “sentido común” para quemarlas.

Un militante se mide no por cómo reacciona ante una victoria, sino por cómo se recupera de las derrotas.

¿Se recuperarán estos muchachos o tomarán la valija y volverán, sanos y salvos, a casita?
…..

Para empezar, su voluntad de poder.

El peronismo no tiene un puñadito de dirigentes destacados: tiene cien candidatos potables en las gateras, con ganas de comerse la cancha.

No es dogmático y principista: acoge en su seno a hombres ubicados en las antípodas ideológicas, aunque dispuestos, por las buenas o por las malas, a aguardar su turno y a trabajar coordinadamente cuando la tormenta arrecia y cuando el que manda tiene claro el horizonte y buena sintonía con la mayoría electoral.

Casi nadie, por cuestiones del pasado, queda fuera del colectivo, y nadie se rasga las vestiduras por hacerse amigo de un enemigo de antes, o por codearse con un dirigente que piensa el país desde la otra orilla.
……

La guerra peronista hace temblar a los peronistas que detentan el poder, porque saben que del otro lado no hay muchachos testimoniales con la valija armada al lado de la cama, sino políticos con hambre que quieren cambiar la historia.

Sólo se cambia la historia con ese apetito insaciable, con esa pasión que un frío gerente no puede gerenciar.

Tal vez ni siquiera pueda comprender.





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