Si Cristina, cuando se
nos cayo encima el Muro de Berlín”.
Un país con
prácticamente pleno empleo, con los servicios subsidiados; luz, gas, telefonía,
transporte publico.
Donde las
corridas cambiarias se retroalimentaban con la inflación del 40% mensual, no
anual
Donde
entidades como el Hogar Obrero quebraban, “acorralando” los plazos fijos de los
ahorristas.
Donde el
candidato “socialdemócrata”, Angeloz, hablaba del lápiz rojo.
Agrandando
la “Sociedad” achicando el Estado.
Donde todos
los medios gráficos, y los medios audiovisuales intervenidos por el PEN,
apostaban contra el peronismo.
Y como la
mitad de los ciudadanos “votaron mal”, se suspendió el reparto de las cajas PAN
(Plan Alimentario Nacional)
El año que describió
Marie France Prévôt Schapira lo siguiente
“De vuelta en Moreno,
en los primeros días de julio de 1989, recorrí las zonas devastadas con una
delegación del Gobierno de la provincia de Buenos Aires conducida por R. Roma y
L. Brunati, llegada para organizar la ayuda alimentaria.
En los
barrios más pobres, las poblaciones inmovilizadas al margen de la ciudad, y sin
recursos, se agrupaban alrededor de las ollas populares organizadas por
iniciativa del municipio y de las organizaciones caritativas.
Se habían
instalado algunos comedores en las escuelas, en los locales partidarios y en
las parroquias.
En Cuartel V también se había colocado una bandera argentina “para
salvar la familia, el barrio y también la nación” porque los habitantes tenían
el sentimiento que todo se derrumbaba, incluso el país.
……
Motivada fuertemente
por Ricardo Sidicaro, a quien describía por entonces el espectáculo de
desolación que veía día a día, me lancé, en caliente, a la redacción de un
artículo que tuvo el merito de la anterioridad (Prévôt-Schapira, 1990).
Ya que,
paradójicamente, se escribieron pocas cosas sobre los saqueos de 1989.
Estos
episodios fueron cubiertos por un manto de silencio.
Recién
después de los saqueos de 2001, los estudios comenzaron a mirar
retrospectivamente los acontecimientos de 1989 (Auyero, 2007) y se reconstruyó
la situación política y social que encendió los saqueos en el cruce de Castelar”.
domingo, 23
de junio de 2013
El año que
cayo el muro, implosiono la
Unión Soviética , la
Plaza de Tiananmén, la balcanización del Pacto de Varsovia;
con sus guerra intestinas, limpiezas étnicas, mafias de oligarcas copando
empresas y bienes socializados
Mientras Al
Qaeda estaba abrazada a Rambo en Afganistán y Sadam era el campeón de Occidente
contra el Irán de los ayatollas.
El año que
a diferencia de 2001, implosiono la
Sociedad en lugar del Estado.
Y el
peronismo, que no dejaba gobernar, tampoco sabía gobernar.
Diez y ocho
años más tarde ya era sentido común, aunque sea una falacia, “solo el peronismo puede administrar la Argentina ”
“Se sienten, en el
fondo de sus corazones, injustamente derrotados por “políticos mediocres” y
“burócratas clientelísticos”.
Ellos, los príncipes
de la nueva política, eficientes y limpios, pasaron por la universidad y
conocen el mundo: son muy viajados.
“¿Cómo puede ser que
nos derroten estos políticos de cabotaje, estos impresentables de siempre?”, se
preguntan.
Algunos de estos
gerentes de la nueva política duermen con la valija cerrada al lado de la cama.
Están siempre listos
para volver al sector privado rumiando una queja:
“Soy demasiado bueno y
honesto para la política”.
Olvidan que los
verdaderos militantes políticos no tienen dónde volver, porque pertenecen, en
cuerpo y alma, a la lucha política.
Porque no podrían
hacer otra cosa, porque nacieron para eso, porque quemaron las naves.
Un gerente es
demasiado cerebral y tiene demasiado “sentido común” para quemarlas.
Un militante se mide
no por cómo reacciona ante una victoria, sino por cómo se recupera de las
derrotas.
¿Se recuperarán estos
muchachos o tomarán la valija y volverán, sanos y salvos, a casita?
…..
Para empezar, su
voluntad de poder.
El peronismo no tiene
un puñadito de dirigentes destacados: tiene cien candidatos potables en las
gateras, con ganas de comerse la cancha.
No es dogmático y
principista: acoge en su seno a hombres ubicados en las antípodas ideológicas,
aunque dispuestos, por las buenas o por las malas, a aguardar su turno y a
trabajar coordinadamente cuando la tormenta arrecia y cuando el que manda tiene
claro el horizonte y buena sintonía con la mayoría electoral.
Casi nadie, por
cuestiones del pasado, queda fuera del colectivo, y nadie se rasga las
vestiduras por hacerse amigo de un enemigo de antes, o por codearse con un
dirigente que piensa el país desde la otra orilla.
……
La guerra peronista
hace temblar a los peronistas que detentan el poder, porque saben que del otro
lado no hay muchachos testimoniales con la valija armada al lado de la cama,
sino políticos con hambre que quieren cambiar la historia.
Sólo se cambia la historia
con ese apetito insaciable, con esa pasión que un frío gerente no puede
gerenciar.
Tal vez ni siquiera
pueda comprender.
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