domingo, 12 de junio de 2011

La Ciencia vs. la Ilusión Filosófica; Estado de Situación de la Periferia Defensiva para el Manual de Operaciones.





Colgar es el Verbo en Cuestión.

Ser Colgado, como Delegado del Poder Central; o ayudar a Colgar, como Delegado de la Base.

Ser Interfase Social es tan estimulante como Peligroso, no hay donde esconderse, el propio Físico el Perímetro Defensivo.

Para el Poder Central y para la Base.


Pero, el gasto municipal apenas asciende al 7% del total del gasto público nacional (cerca del 3% del PIB o el 20% del gasto de los gobiernos provinciales).

Al mismo tiempo, las municipalidades no están autorizadas a establecer y aumentar sus propios impuestos, los cuales solo constituyen el 2,5% de los ingresos de las administraciones locales.

……

Así, varios municipios del país han sido gobernados por las mismas personas durante cuatro, cinco y hasta seis períodos consecutivos.

De hecho, la tasa de reelección para el cargo de intendente durante el período 1987-2007 es cercana al 62% (Lodola 2009).

Esto bien podría indicar que los ejecutivos municipales utilizan los recursos del aparato estatal para perpetuarse en el poder o que son eficientes gobernantes.

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Esto es extraño teniendo en cuenta que el 90% de los entrevistados que dice haber elevado un pedido al municipio obtuvo una resolución favorable.


Leer no muerde, solo envenena nuestros pre-juicios.


Capítulo VII.

Gobierno local

Antecedentes teóricos

La mayoría de los países de América Latina tienen una larga historia de centralización gubernamental.

Como resultado de eso, los gobiernos locales de la región han sido políticamente débiles, económicamente dependientes de la autoridad central y severamente limitados en su capacidad para lidiar con los problemas de la comunidad.

Durante las últimas dos o tres décadas, sin embargo, ha tenido lugar un profundo proceso de descentralización política, administrativa y fiscal que aumentó la autonomía de los municipios y les confirió mayores responsabilidades en la provisión de servicios públicos.

No obstante en la actualidad muchos países latinoamericanos son considerablemente más descentralizados que en el pasado, el alcance y la forma en que tuvo lugar la transferencia de recursos y funciones al nivel inferior de gobierno fue diferente a lo largo de la región.

En el caso específico de Argentina, el proceso de municipalización fue menos marcado que en países vecinos tales como Brasil, Bolivia, Colombia y Perú.

Ciertamente, la reforma constitucional de 1994 confirmó el reconocimiento de autonomía municipal establecido en la Constitución de 1853 pero también reafirmó la autoridad de las provincias para determinar el contenido de dicha autonomía.

Los avances en la materia, por lo tanto, no fueron el resultado de un paquete de medidas tomadas por el gobierno nacional sino que estuvieron condicionados a la voluntad decisoria de las propias autoridades provinciales.

En algunas provincias los municipios aumentaron sus funciones y obtuvieron recursos para desarrollar nuevas actividades.

Pero, en general, esto no ocurrió.

Temerosos de perder poder político y disminuir su capacidad financiera, los gobernadores provinciales optaron por mantener el control de la mayor parte de las funciones de gobierno y continuaron limitando las atribuciones de los municipios para recolectar recursos.

Algunos datos agregados son elocuentes al respecto.

En nuestro país, los gobiernos locales son responsables de la provisión de agua, sanidad, transporte, iluminación pública y una variedad de pequeños servicios que sin dudas afectan la calidad de vida de los ciudadanos.

Pero, el gasto municipal apenas asciende al 7% del total del gasto público nacional (cerca del 3% del PIB o el 20% del gasto de los gobiernos provinciales).

Al mismo tiempo, las municipalidades no están autorizadas a establecer y aumentar sus propios impuestos, los cuales solo constituyen el 2,5% de los ingresos de las administraciones locales.

La evidente debilidad financiera y la relativamente escasa participación de los municipios argentinos en la implementación de políticas públicas debe, sin embargo, ser sopesada respecto del poder que tienen los intendentes en el escenario político local.

En particular, en la mayoría de las provincias éstos cuentan con la facultad legal de presentarse indefinidamente a la reelección.

Así, varios municipios del país han sido gobernados por las mismas personas durante cuatro, cinco y hasta seis períodos consecutivos.

De hecho, la tasa de reelección para el cargo de intendente durante el período 1987-2007 es cercana al 62% (Lodola 2009).

Esto bien podría indicar que los ejecutivos municipales utilizan los recursos del aparato estatal para perpetuarse en el poder o que son eficientes gobernantes.

En cualquier caso y más allá de las debilidades comentadas, los municipios importan en Argentina y por esta razón es relevante saber cómo los ciudadanos se relacionan con los gobiernos locales.

Existe una acalorada discusión en la literatura académica sobre las supuestas ventajas y desventajas de la descentralización.

Para algunos autores optimistas, ésta es ventajosa porque incentiva las prácticas de mercado y el buen gobierno (Weingast 1995), fomenta el desarrollo local al mejorar la eficiencia y la equidad en la distribución de recursos, genera procesos de rendición de cuentas y control ciudadano a través del acercamiento entre las autoridades locales y los votantes, y refuerza el capital social al estimular tanto la confianza interpersonal como la participación cívica (Aghón, Alburquerque y Cortés 2001; Finot 2001; Bardhan 2002; Carrión 2007).

Para un número significativo de detractores, en cambio, la descentralización amenaza la disciplina fiscal y la estabilidad económica (Stein 1999; Rodden y Wibbels 2002; Wibbels 2005; Rodden 2006), fomenta el clientelismo a nivel local, facilita el surgimiento de autoritarismos subnacionales, e incrementa la competencia por la obtención de recursos aumentando así el regionalismo y el conflicto entre los diferentes niveles de gobierno (Treisman 2000, 2006; Treisman y Cai 2005).

En este capítulo analizamos cinco factores que atañen al funcionamiento del gobierno local y a la relación que establecen los ciudadanos con las autoridades municipales: la confianza en las intendencias, la participación en reuniones convocadas por el municipio, la presentación de solicitudes al municipio, y la satisfacción con la provisión de servicios locales.

Además de describir el comportamiento de estas variables y estimar los factores que potencialmente influyen sobre la probabilidad de que los ciudadanos confíen en las autoridades locales, participen en la vida de sus municipios y evalúen de forma positiva los servicios prestados, este capítulo también mide el efecto de la participación cívica local y la satisfacción con la provisión de servicios sobre el apoyo a la democracia estable.

¿Cuál es el impacto de la participación en el gobierno municipal y la satisfacción con el suministro de servicios locales sobre el apoyo de los ciudadanos a la democracia estable?

Las personas que participan y evalúan positivamente las acciones del gobierno local (aspectos que no necesariamente están positivamente correlacionados) podrían tener una creencia mayor de que la democracia es el mejor sistema de gobierno.

Investigaciones previas del Barómetro de las Américas en varios países de la región han demostrado que quienes participan en el gobierno local muestran mayor disposición a aprobar el derecho de participación e inclusión de los demás (Seligson 1999b).

Existe, además, evidencia empírica contundente de que la confianza en el gobierno local afecta la creencia ciudadana en la legitimidad de las instituciones políticas nacionales (Seligson y Córdova Macías 1995; Córdova y Seligson 2001; Córdova Macías y Seligson 2003; Booth y Seligson 2009).


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Conclusión

Este capítulo analizó las experiencias y percepciones de los ciudadanos respecto de cinco factores que afectan el funcionamiento del gobierno local y la relación que establecen los ciudadanos con las autoridades municipales: la confianza en las intendencias, la participación en reuniones del municipio, la presentación de solicitudes al municipio, y la satisfacción con la provisión de servicios locales.

Además, el capítulo estimó el efecto de la participación cívica en el ámbito local y la satisfacción con la provisión de servicios locales sobre el apoyo a la democracia estable.

Comenzamos diciendo que el nivel de confianza de los argentinos en sus intendencias es sólo superior al que expresan en Trinidad & Tobago.

Adicionalmente, mostramos que solo uno de cada veinte argentinos asiste a reuniones convocadas por la municipalidad, apenas el 15% dice haber presentado peticiones al gobierno local, sólo poco más del 10% dice haber pedido alguna vez ayuda al intendente o a un concejal de su municipio y la mayoría expresa una satisfacción prudente con la provisión de servicios públicos por parte de las autoridades locales.

Esto es extraño teniendo en cuenta que el 90% de los entrevistados que dice haber elevado un pedido al municipio obtuvo una resolución favorable.

Analizamos luego los determinantes individuales de la participación de los argentinos en el gobierno local e indicamos que quienes experimentan el desempleo en sus hogares y perciben que la crisis económica es grave tienen una probabilidad significativamente menor de asistir a reuniones convocadas por sus municipios.

Por otra parte, quienes militan activamente en política y quienes presentan peticiones también tienen una probabilidad mayor de participar en reuniones del gobierno local.

En relación a quiénes son más proclives de presentar una petición al municipio, los resultados indican que es significativamente mayor entre los desempleados, los que participan activamente en la política partidaria, los que viven en áreas rurales y los que asisten a reuniones convocadas por su municipio.

Terminamos el capítulo analizando los determinantes de la satisfacción ciudadana con los servicios locales y el impacto de la participación cívica local sobre el apoyo a la democracia estable.

Los resultados sugieren que la percepción sobre la severidad de la crisis económica, la confianza interpersonal, la confianza en la intendencia y la asistencia a reuniones municipales afectan la creencia en la democracia estable.


Informe Vanderbilt, patrocinado por USAID; hacer clic aquí.

Capitulo VII, pagina 195.


Imagen del móvil policial y el palacio municipal incendiados y ocupados, Oaxaca, México, hacer clic aquí

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